El sacerdote Marcelo Pérez Pérez, asesinado a balazos el domingo en San Cristóbal, quería que Chiapas “no fuera un infierno sino un paraíso de paz”, afirmó el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, quien lo ordenó hace 22 años.
“Marcelo no quería que nadie, indígenas y mestizos, vivieran en la esclavitud de la marginación, la pobreza, el racismo y la exclusión que tantos hermanos sufren; que se pueda vivir otra vida mejor de paz, libertad y unidad”, añadió durante la homilía de la misa de cuerpo presente celebrada la mañana de este lunes en San Andrés Larráinzar, de donde era originario Pérez Pérez, de 50 años.
Orgulloso
Arizmendi Esquivel, quien también es obispo emérito de San Cristóbal, señaló que Marcelo “nunca se avergonzó de ser tsotsil, siempre llevó sus raíces en su corazón y por eso está aquí con su pueblo. Ustedes quisieron que no se quedara en la catedral de San Cristóbal, sino que esté aquí con su pueblo porque él es de su pueblo”, al tiempo de asegurar que el sacerdote fue “un regalo de los tsotsiles a la iglesia y a la Diócesis; siempre fue un constructor de la paz”.
El cuerpo del presbítero, quien admiraba y era seguidor del trabajo pastoral del arzobispo salvadoreño, Óscar Arnulfo Romero (ahora santo), asesinado por escuadrones de la muerte el 24 de marzo en San Salvador cuando oficiaba una misa, fue traído a San Andrés la noche del domingo para ser velado en la casa de sus padres.
A las nueve y media de este lunes, el féretro fue llevado frente al templo de San Andrés para la celebración de una misa de cuerpo presente presidida por el obispo de San Cristóbal, Rodrigo Aguilar Martínez y por Arizmendi Esquivel.
Entre hombros
El ataúd color madera fue cargado en hombros durante dos cuadras por familiares y amigos. Pasó frente a la antigua Alcaldía Oficial, ahora sede el municipio autónomo zapatista Sacamchén de los Pobres y frente al edificio en el que el 16 de febrero de 1996 se firmaron los acuerdos de paz entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que todavía no se han cumplido.
“Viva el padre Marcelo”, corearon decenas de personas que acompañaron el recorrido de dos cuadras hasta el templete en el que se instaló el altar.
Ahí, Arizmendi Esquivel señaló que Pérez Pérez “dio siempre la vida por sus hermanos. Que su vida sea una ofrenda para Dios y traiga la paz y la justicia que tanto necesitamos”.
Reiteró que el sacerdote “tenía siempre como inspiración a Jesucristo. Fue fiel a su misión y él lo mataron también por ser fiel a su mensaje, por querer invitarnos a vivir de acuerdo con el plan de Dios, pero algunos quieren su propio plan, sus propios intereses”.
Ordenamiento
Mientras algunas personas lloraban y observaban el rostro del padre Marcelo a través del cristal, el cardenal, agregó: “Yo te ordené sacerdote hace 22 años y te mantuviste siempre fiel. Un buen sacerdote, hombre de oración y servicio al pueblo. Gracias Marcelo por tu entrega, generosidad, por todo lo que has hecho y eres para tu pueblo, para la Iglesia y para todo el mundo. Que tu muerte no quede inútil, sino que dé muchos frutos como la muerte de Jesucristo”.
En una rueda de prensa ofrecida al final de la misa, a la que asistieron varios sacerdotes y más de 500 personas, Aguilar Martínez dio a conocer que las autoridades no han informado a la Diócesis acerca de los avances en las investigaciones y tampoco si hay detenidos por el asesinato del presbítero. “Solo dicen que van a trabajar y que no habrá impunidad”.
A pregunta de un reportero, manifestó que la Iglesia Católica espera del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum “una decidida actuación para restablecer la paz en el país y desde luego en Chiapas. Esperamos que se decidan a intervenir para que haya paz”.
Felipe Arizmendi hizo un llamado a las autoridades a que “vean una forma inteligente de cómo desarmar a esos grupos armados, que no estén esperando que la gente haga denuncias porque no lo hará, ya que se juega la vida. Lo importante es que vean con inteligencia qué hacer para desarticular, desarmar y eliminar a esos grupos. No queremos más violencia, pero sí que se desarmen esos grupos. Las estrategias no han funcionado”.
El cuerpo del padre Marcelo será velado una noche más en casa de sus padres y el martes será sepultado en un espacio al lado del templo de San Andrés, donde unos diez hombres empezaron a cavar la tumba la mañana de este lunes.