Cempasúchil: el sol que florece para los muertos

Cempasúchil: el sol que florece para los muertos

En los campos de Chiapas, cuando octubre se despide y el aire huele a nostalgia, la tierra despierta en un resplandor dorado. Es el tiempo del cempasúchil, la flor del sol, la que con su fuego tierno alumbra el sendero de quienes regresan del mas allá. Su nombre viene del náhuatl cempoalxóchitl, “flor de veinte pétalos”, aunque en realidad tiene miles, como si en cada uno guardara una historia o una promesa.

Desde tiempos prehispánicos, los pueblos la consideraron sagrada; símbolo de vida, muerte y renacer.

Productores fervorosos de Ribera Cupía, en Chiapa de Corzo, dicen que su color intenso guía a las almas en su travesía nocturna hacia el altar, “donde el aroma del copal y el pan tradicional de muertos las esperan”.

El cempasúchil no solo florece en los campos, también en la memoria colectiva. Sus pétalos forman caminos, adornan tumbas, cubren retratos y acompañan oraciones. Es importante destacar que muchos productores chiapanecos han aprendido a llevar los tiempos del cielo, a sembrar con la luna y a cortar con el corazón.