Pequeños riachuelos intermitentes se forman en distintas partes en toda la Zona Sujeta a Conservación Ecológica Corredor Cerro Mactumatzá-Meseta de Copoya, su presencia es tan importante que incluso se han generado leyendas en torno a estos cuerpos de agua.
Leyenda
Se cree que en Copoya vive El Encanto, (wane, en zoque y que refiere a un ser sobrenatural) pues allá por 1880, en Coita había un caballito blanco encantado que mataba a los potrillos.
En 1890, se juntaron los dueños de varios ranchos que tenían grandes atajos de bestias de caballar; entre todos acordaron en ponerle una trampa al caballito con ayuda de Don Nicolás López del barrio Unión Hidalgo, curaron una lechuguilla de 16 m, le untaron cebo, mostaza, alcale, pimienta molida y cerda de caballo negro.
Al matar al caballito, El Encanto se disgustó, se secó el ojo de agua del río que dividía Coita y la cueva donde vivía y se cambió para Tuxtla, específicamente al cerro de Mactumatzá, es por eso que Tuxtla comenzó a crecer en 1973 ya que es más joven que Coita.
Región
Por eso el cerro Mactumatzá y la meseta de Copoya tiene tantos ríos, pozas y riachuelos. El encanto todavía vive ahí, mientras no lo hagamos enojar seguiremos prósperos, de acuerdo a lo que se señala en el Estudio Técnico Justificativo de esta zona sujeta a conservación.
Hablando objetivamente, estas dos mil 890 hectáreas, de forma subterránea alimentan las aguas a los ríos Sabinal, al norte y al Suchiapa, al sur, ambos pertenecen a la cuenca del río Grijalva.
En la zona comprendida del polígono se han detectado manantiales y norias de agua dulce así como de agua tolerable, que se encuentran entre dos a cinco m de profundidad.
De hecho hay corrientes intermitentes que debido a la litología, el agua se infiltra y resurge aguas abajo en manantiales que forman corrientes temporales.