“Changuti”, una bella tradición chiapacorceña
Julio César Toledo Vázquez heredó la tradición del barrio Changuito. Carlos López / CP

Hace 52 años, Julio César Toledo Velázquez salió por primera vez vestido de chuntá con su abuela Flora de la Cruz Hernández, la fundadora de la pandilla “Changuti”, una de las más antiguas y que mantiene el lado chusco y extravagante de este importante personaje de la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo.

Las calles de la ciudad colonial entonces lucían diferentes, había pocas casas en el barrio, entre ellas la de doña Flora, quien era identificada por un árbol de mezquite plantado al frente. Entonces, en los días de fiesta las y los chiapacorceños hacían sus propias máscaras de platos de cartón.

La mayoría usaba ropa común, “nomás con una mascarita pintadita, como se pudieran hacer; mis hermanos salían de gorilas, salían así, de personajes como de Clavillazo, Cantinflas”, relató Julio a Cuarto Poder.

Eran excéntricos los disfraces a pesar de la sencillez, “tenía que ver más con la creatividad, algunos asustaban, otros daban risa, había de todo”. Hacían bromas propias del personaje que representaban, “si era un gorila, asustaba”.

El propósito desde entonces es mantener la interacción con las personas que presencian el espectáculo.

Monos gigantes

Al poco tiempo de que Julio debutara como chuntá, su abuela falleció y fueron sus hermanos mayores quienes continuaron con los recorridos en los días de fiesta. Él es el menor de los ocho, y ahora es quien lidera la pandilla, además vende abarrotes y sale a bailar con los “monos gigantes” cuando no es “día de chuntá”.

En la sala de su colorido hogar, al lado de una mesa con dulces caseros que adornarán las enramas, y que él y su familia preparan durante estas fechas, tiene un altar dedicado a su abuela.

Las “Changuti” son las únicas chuntá que continúan saliendo con máscaras, pero ahora de otro tipo de materiales, “el chiste es no saber ni quienes somos”.

Antes de salir de su casa, Julio se encomienda a doña Flora y a sus hermanos. Sus recorridos son de dos a tres horas —de 7:00 a 10:00 de la noche—, aproximadamente, pues “el chiste es que la gente esté despierta y nos vea”. Visitan San Sebastián, San Jacinto, Santa Rosa, Santo Domingo, San Miguel y San Antonio.

Recordó que solo en una ocasión sacó a los “monos gigantes” junto a la chuntá, pues es cansado cargar al personaje gigante hecho de madera, pero siempre baila con ellos en los días libres en alguna ermita que lo solicite.

Julio está seguro de que sus hijos y sus nietos continuarán con la bella tradición heredada de su abuela paterna, la cual ha dado alegría, color y amor a su vida.