De acuerdo al Módulo de Trabajo Infantil de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi, señala que Chiapas ocupa el primer lugar en indicadores de pobreza en la niñez, por lo que “no somos el estado más pobre sino en donde existen más niños y niñas pobres con el 82 por ciento dentro del rango de los recién nacidos hasta los 17 años”.
“Es decir de cada 100 niños y adolescentes, 82 son pobres”, así lo señaló el investigador y académico de la Facultad de Humanidades, Carlos Rincón Ramírez, quien aseveró que “Chiapas históricamente siempre ha mostrado profundos rezagos sociales y la mayoría de su población tiene escaso acceso a las condiciones mínimas para el logro del bienestar”.
Exclamó que “al día de hoy no existe una política pública que esté intentando resolver de fondo el problema del hambre y erradicar el trabajo infantil; a eso hay que agregarle que la sociedad chiapaneca es una de las que más discrimina a nivel nacional por clase, género y grupo cultural o indígena, lo cual hace que estos últimos estén en una gran indefensión y vulnerabilidad social impresionante”.
Dentro de este contexto, el profesor expuso que 196 mil 909 niños y niñas de cinco a 17 años que se encuentran ocupadas en alguna actividad económica, 34.4 por ciento son mujeres y 65.6 son hombres.
El 70 por ciento de los niños y niñas que trabajan, lo hacen en el sector agrícola; el 19.8 en el sector de comercios y servicios y 10.1 en el ramo de la construcción. Es decir, siete de cada 10 niños realizan labores agropecuarias y en la industria, mismos que “laboran sin ninguna protección y sin seguridad social: explotados, marginados, humillados y degradada su condición de niños”.
“Los niños que deberían estar disfrutando de su infancia con alegría, que deberían estar construyendo su futuro, tienen que humillarse para ganar menos del salario mínimo y trabajando en igualdad de condiciones horarias ante los patrones”, enfatizó el académico.
Caso a parte, contó, es el caso de los niños que trabajan sin remuneración alguna, ya sea porque lo realizan en sus propios hogares o porque acompañan a sus padres al trabajo.
“Lo hacen orillados por las circunstancias de hambre, pobreza y marginación, en otras palabras, lo hacen porque en este estado y en el país no se han construido dispositivos que generen la visibilización del trabajo infantil, sino al contrario, han creado dispositivos que invisibilizan a los niños en el trabajo”.
“Al llevar al hijo a trabajar con un patrón ya sea gobierno o la iniciativa privada, los explotadores escudados en que los podrían sancionar no les pagan a los menores de edad”, comentó Rincón Ramírez.
Destacó que la encuesta ENOE señala que el 40 por ciento de los empleadores de niños que no les dan remuneración justifican su acción ya que les “están enseñando un oficio: la degradación de la condición del niño es doble en este sentido”.
En el caso de las familias, el 24 por ciento comentó que “es necesario que trabajen en el hogar porque se requieren de los ingresos”, otro porcentaje más no especificado dijo que “es una distribución el trabajo infantil en la familia”, dentro de este rubro, en las zonas indígenas, las niñas son las más explotadas y marginadas.
“La niña no solamente tiene que salir a cortar la leña, sino lavar la ropa, ayudar hacer la comida y cuidar de sus hermanos y hermanas”.
Sostuvo que una investigación del Instituto de Estudios Indígenas de la Unach trata de explicar por qué los indígenas son de estatura pequeña, particularmente las mujeres.
“Tienen una explicación lógica y es que históricamente han sobrecargado su cuerpo, atrás llevan el tercio de leña y adelante al hermanito o al hijo cargando”, finalizó.