Chiapas en primavera: un mosaico de vida

En Chiapas, un estado lleno de biodiversidad y paisajes exuberantes, la primavera despliega transformaciones notables como sucede en los bosques de niebla de la Reserva El Triunfo, los cuales se visten con la floración de orquídeas y bromelias; o en la Selva Lacandona, donde árboles como el palo de rosa y el matilisguate cubren el suelo de pétalos rosas y amarillos.

La entidad también comienza a recibir especies migratorias como el tzunuún (colibrí esmeralda) y la chara de garganta blanca, también es común ver mariposas monarca en su ruta hacia el norte.

Socialmente, los campesinos inician la siembra de maíz y café, aprovechando las primeras lluvias de abril-mayo, previas a la temporada húmeda.

¿Qué es la primavera?

La primavera, derivada del latín prima (primera) y vera (verdor), es una de las cuatro estaciones del año marcada por el equinoccio vernal (entre el 19 y 21 de marzo en el hemisferio norte), cuando el día y la noche duran aproximadamente lo mismo.

Astronómicamente, inicia cuando el sol cruza el ecuador celeste, trayendo mayor luz solar y temperaturas más cálidas. Sin embargo, desde la perspectiva meteorológica, esta estación comienza semanas antes, enfocándose en patrones climáticos.

Perspectiva científica

Mientras el equinoccio define la primavera astronómica, la primavera meteorológica, que abarca del 1 de marzo al 31 de mayo, se basa en ciclos térmicos.

De acuerdo a Orlando Aurquia, de Meteored, en meteorología se miden las estaciones a partir del comportamiento climatológico (promedio) de la temperatura.

“La primavera en México abarcan el final del periodo seco, se incrementa la frecuencia de los incendios forestales, se presentan las olas de calor, las contingencias ambientales”, explicó

Concluyó en que durante la primavera el calor comienzan a subir gradualmente y la cantidad de luz solar también aumenta en este periodo.

Tiempo de rituales

Por tradición, las zonas arqueológicas de Chiapas se llenan de visitantes para recibir las “buenas vibras” y la “energía” del equinoccio, sin embargo, la evidencia histórica dista de que los antiguos habitantes de las culturas mayas en la entidad realizaran estos rituales.

Documentos históricos, como el Códice Dresde y estudios del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), revelan que los mayas no celebraban la primavera como un evento independiente, sino que integraban los ciclos astronómicos en su calendario agrícola y ritual.

El equinoccio era clave para alinear construcciones como el Templo del Sol, en Palenque, donde la luz solar ilumina grabados dedicados a Kinich Ahau, dios del Sol. En sitios como Chinkultic, realizaban ceremonias para pedir lluvias y fertilidad, vinculadas al inicio del ciclo de siembra.

“Para los mayas, los cambios estacionales eran parte de un diálogo cósmico. El equinoccio marcaba preparativos para el Haab (calendario solar), esencial para su subsistencia”, explica el arqueólogo Rodrigo Liendo.