En Chiapas, el mes de septiembre marca el inicio de la temporada de migración de aves, un fenómeno natural que convierte al estado en un corredor biológico de gran relevancia para el continente. Millones de ejemplares emprenden su viaje desde Estados Unidos y Canadá hacia Centroamérica y Sudamérica, y en su ruta encuentran en territorio chiapaneco un punto clave de descanso y alimentación.
Daniel Pineda Vera, integrante del colectivo Helio Master, explicó que este proceso es un ciclo anual que se repite cada otoño.
“Hay aves que van desde el Ártico hasta la Patagonia, cruzan el continente completo en búsqueda de mejores condiciones de vida durante el invierno”, señaló.
De acuerdo con registros locales, cerca de 190 especies migratorias arriban al estado, de un total aproximado de 700 documentadas en Chiapas.
Esto se debe a que el territorio está atravesado por las cuatro grandes rutas migratorias del continente: la del Pacífico, la del Centro, la del Golfo o Mississippi y la del Caribe.
“Principalmente Tuxtla Gutiérrez es un punto crítico, porque nos encontramos atravesados por la ruta del Centro. La depresión central de Chiapas es zona de paso de aves migratorias”, detalló.
Además, el especialista indicó que no todas las aves permanecen en la entidad; algunas son transitorias y solo cruzan el territorio, mientras que otras se convierten en residentes de invierno, permaneciendo hasta mayo.
Entre las especies que visitan la entidad se encuentra el chipe de mejillas amarillas, que habita bosques de montaña, también aves generalistas que se adaptan a diversos ecosistemas.
La presencia de estas aves se vincula estrechamente con la vegetación local, ya que muchas plantas florecen y fructifican en invierno.
“Ellas polinizan, dispersan semillas y controlan insectos, funciones vitales para los ecosistemas”, explicó Pineda Vera.
Como ejemplo mencionó la planta conocida como cepillo o peineta, utilizada por comunidades zoques, cuya polinización depende de especies migratorias.
Amenazas
No obstante, la migración enfrenta amenazas crecientes en entornos urbanos: la contaminación lumínica desorienta a las aves durante sus vuelos nocturnos y las expone a choques contra ventanales y vehículos.
Asimismo, la depredación por perros y gatos domésticos representa un riesgo constante.
“Son animales muy importantes porque están ligados al ciclo de vida de plantas, insectos y al paisaje. Y además, como aves migratorias, son un compromiso compartido entre países”, enfatizó.
El mayor flujo migratorio se concentra entre la tercera semana de septiembre y la segunda de octubre, cuando miles de aves sobrevuelan Chiapas tanto de día como de noche, para luego, a partir de marzo, iniciar su retorno gradual hacia el norte.