“Colosos” de Chiapas están tranquilos

A pesar de que nuestros dos volcanes activos tienen los mismos orígenes y pertenecen al Cinturón Volcánico Transmexicano, ni el Chichonal ni el Tacaná “han tenido ningún tipo de manifestación y se encuentran en estado de tranquilidad”, resaltó el vulcanólogo del Instituto de Investigación en Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IIGERCC), Miguel Ángel Alatorre Ibargüengoitia.

“Lo que sí nos recuerda la erupción y las actividades del Popocatépetl, es que esto es una situación cambiante, porque si bien lleva 28 años activo, en cuestión de semanas su actividad aumentó completamente”.

Tanto el Chichón como el Tacaná son impredecibles, y a nivel mundial aún no se cuenta con la tecnología para diagnosticar las erupciones volcánicas, por lo cual podrían tener un cambio en cuestión de meses, semanas o años. De ahí la importancia de que estén monitoreados.

El físico resalta que desde la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), en coordinación con Protección Civil y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), se mantiene un monitoreo constante, “tratando de identificar patrones que nos hablen de un cambio”.

Explicó que “sí hay cambios importantes en el lago cratérico del volcán Chichón, pues el agua está en un máximo histórico, algo que no se había observado desde la erupción de 1982; ahora, el interés es saber qué está pasando”.

Valoración científica

Los científicos se encuentran estudiando la razón, y una de las hipótesis tiene que ver con las lluvias que asediaron a la región desde noviembre del año pasado hasta febrero de este 2023.

“No está muy claro, uno de los planteamientos tiene que ver con las lluvias; lo que se ha observado es que hay un desfase, es decir, no solamente sube el nivel cuando cae la lluvia directamente, también las precipitaciones alimentan el sistema hidrotermal, luego el agua que está en el interior sale de abajo y eso es lo que va nutriendo el lago”.

Afortunadamente —dijo— no hay cambios en su actividad y la actividad sísmica que se registran todos los días en ambos volcanes están dentro de los patrones normales. Sin embargo, resaltó que la población que vive en una zona volcánica debe estar alerta y consiente de que en algún momento estos “colosos” se van a volver a reactivar.

Por ello, la recomendación es mantenerse atentos a la información de fuentes confiables. También la participación de la sociedad civil es importante, por lo cual el vulcanólogo exhortó a quienes viven cerca de volcanes, a reportar con las autoridades si se detectan anomalías.

“Si empiezan a percibir una mayor actividad sísmica o cambios en la temperatura en las aguas termales, deben avisar a las autoridades para que se haga un monitoreo específico”.

“Nosotros tenemos un monitoreo, pero la gente vive ahí y ellos perciben y se identifican con estos cambios; cualquier cosa que se reporte es muy importante y nos ayuda en un mayor conocimiento, o si hace falta, hacer estudios mucho más detallados”, agregó.

Origen de los volcanes

Cada volcán tiene su propia dinámica, pero todos tienen el mismo origen: “La liberación de la energía del interior de la Tierra; los volcanes se forman cuando una placa tectónica —en este caso la placa de Cocos— se mueve por debajo de la Norteamérica, eso genera condiciones para la formación de magma. Es así como se formaron nuestros volcanes”.

De Nayarit hasta Veracruz se encuentra el Cinturón Volcánico Transmexicano, en el cual está la mayoría de los volcanes activos del país, como el de Colima, el Nevado de Toluca, el Popocatépetl y el Pico de Orizaba.

“Aquí en Chiapas el Chichón, que tiene poco que ver con esta subducción, así como el Tacaná, también; pues está más relacionada a la placa de Cocos, como con la de Centroamérica”, explica. Si bien todos tienen su origen en el movimiento y contacto de las placas tectónicas, “cada volcán tiene su propia dinámica”.

El profesor e investigador de la Unicach ejemplifica lo anterior con el volcán Popocatépetl, que actualmente tiene una actividad mayor, “en realidad ya lleva 28 años en su fase eruptiva, empezó su actividad en diciembre de 1994 y ha estado con intermitencia; actualmente está en una fase de una mayor actividad”.

Acotó que durante estos 28 años, ni el volcán Chichón ni el Tacaná han tenido alguna manifestación, “eso nos está hablando de que cada volcán tiene sus propios tiempos y sus formas de hacer erupción, dependiendo de sus condiciones locales”.

Pasado geológico

Alatorre Ibargüengoitia explica que de acuerdo con el análisis de su pasado geológico, el Popocatépetl tiene la capacidad de hacer erupciones muy fuertes y violentas, “pero también le gusta estar haciendo erupciones moderadas a pequeñas, como lo que ha hecho en los últimos 28 años”.

Registros

Un patrón que se ha registrado históricamente en códices prehispánicos y escribanos de la conquista durante más de 500 años, nos dice que su actividad no es “continua, tiene episodios de 10 o 20 años, con actividad eruptiva, se duerme varias décadas y se reactiva otra vez”.

Si bien estos registros históricos no se tienen con el Chichón y el Tacaná, las evidencias geológicas —no con toda la certeza— “nos dicen que ambos tienden a hacer erupciones muy violentas y explosivas; por tanto, son volcanes de alto peligro en cuanto al potencial que tienen”.

La erupción del volcán Chichonal, en 1982, generó varios daños estimados en millones de dólares, con 124 muertos y mil 755 desaparecidos. “Hasta la fecha sigue siendo el mayor desastre volcánico en México, no necesariamente la mayor erupción, pero sí en cuanto a pérdida de vidas”, lo que “implica siempre atenderles con debido respeto y precaución”, advirtió.