Es importante preservar el tamal frente a la modernización y la globalización del mundo; este es un alimento tradicional con un amplio significado cultural, expresó el antropólogo Juan Ramón Álvarez Vázquez. Además sostiene que “consumir tamales es una resistencia cultural y de ahí la importancia de comerlos el Día de la Candelaria, y no hacer una reunión con pizza, botanas o comida rápida”.
El maestro en historia por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), brindó la ponencia “Los tamales en Chiapas, una trascendencia a lo largo de la historia” en el Museo Regional perteneciente del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). En ella resaltó que uno de los momentos neurálgicos de este alimento es en la festividad de la Virgen de La Candelaria.
El investigador explicó que el origen de la celebración data de la tradición católica y es la purificación de María, 40 días después de Navidad, es decir el 2 de febrero, y la presentación del niño Jesús en el Templo. Pero en Chiapas y en México, la celebración se volvió sincrética.
La hechura
La preparación de tamales suele ser una actividad colectiva en la que participan familias enteras, transmitiendo conocimientos culinarios y fortaleciendo lazos afectivos.
“Quienes hacen tamales resguardan lo sagrado, todo el conocimiento y hay una funcionalidad en el ritual. La hechura de este alimento es parte de esa ritualidad. Aparece el tamal, pero no vemos quiénes están detrás y todo lo que conllevó a la elaboración del tamal”, dijo.
Las comideras
El doctor en ciencias históricas, mostró una serie de fotografías donde documentó a las comederas zoques, en un ritual para elaborar los tamales, y explicó un elaborado sistema de cargos y responsabilidad dentro de la cocina.
Ser comideras es un proceso arduo y con gran reconocimiento social, pero para llegar a ese punto “primero hay que ser ayudantas en las fiestas”, y “elaborar tamales es un buen momento para aprender: vecinas, comadres, y familia pueden unirse a esta actividad”, se reúnen, conviven y aprenden, para que “en algún momento de su vida tienen el conocimiento necesario para transmitir y dirigir la hechura de los tamales”.
Las ayudantas “no van con las manos vacías. Le ayudan a la dueña de la casa con una limosna, le llevan una bolsa de jabón, azúcar, a veces le llevan hasta huevos porque cuando pase la fiesta, la dueña de la casa se debe hacer un caldo de huevo para que recobre energías”, sostuvo.
Por su parte, las comideras no van a moler o cortar, pues su función es “dirigir porque son las que tantean. Aquí no hay recetarios, aquí hay tanteo, hay consejos y hay toda una serie de conocimientos”, abundó.
Modernidad
El investigador explica que en el siglo XIX se desintegran las cofradías, formas de organización religiosa de los pueblos originarios en donde los tamales tenían una función ritual.
Explicó que muchos pueblos, siguieron manteniendo su sistema de cargos, lo que permitió que la elaboración de tamales no se descontextualizaran de la parte ritual.
Los tamales son mucho más que un platillo en Chiapas: son un símbolo de identidad, tradición y unión familiar. Su diversidad y riqueza culinaria los convierten en un tesoro gastronómico que merece ser preservado y disfrutado.