Con oración sagrada, inicia festividad por el Día de Muertos

La fiesta de las almas en la región de los Altos es una de las expresiones místicas y cosmovisionarias más importantes y antiguas de Chiapas, el cual marca el inicio a la celebración del Día de Muertos.

En San Juan Chamula algunas familias se preparan en oración, además adornan su bendito altar con las castizas cruces de madera que simbolizan puntos cardinales.

Cada punto representa la cosecha que les provee la tierra, el sol y la luna.

El mosaico de imágenes de los fallecidos se coloca al centro, junto a la virgen de Guadalupe, San Juan Bautista y Cristo, mientras un conjunto de veladoras adorna e ilumina el entorno santo.

La juncia es extendida en el suelo formando un camino para que los espíritus puedan arribar y visitar su moradas.

Los muertos vienen al llamado, todo lo que disfrutaron en vida es colocado en el altar; es el tiempo en que regresan a su casa para convivir con los vivos y nutrirse de la luz y oración.

Como parte de este culto y ciclo de veneración, Cuarto Poder fue invitado a compartir la experiencia dentro de una vivienda en donde los rituales prehispánicos son revividos por algunos integrantes de la familia Licanchitón para esperar con alborozo a sus ánimas.

El incienso y copal se fusionan, encierran el presbiterio en una nube de humo, el cual crea un ambiente de ascetismo. “El olor atrae y ameniza la llegada de las almas”, dice Lupita Licanchitón mientras enciende el sahumerio y comienza su oración.

“Dios, ponemos en tus manos a nuestros hermanos y seres amados que haz llamado de esta vida a tu presencia, dales acompañamiento en un instante de unión con sus familias”.

Junto a ella se encuentra su hermano Sebastián, acompaña el momento venerable y comienza a interpretar con su arpa el Yajvalel vinajel (Dueño del cielo) y el tradicional Bolom Chon (Jaguar) en lengua tsotsil.

“El arpa guía la música y forma parte de un vínculo con la naturaleza y los seres de luz, es la armonía acostumbrada del pueblo en esta fiesta, y es la enseñanza que nos han heredado nuestros ancestros”, dice Sebastián.

En este escenario, la concepción entre los vivos y muertos es muy profunda, el acaecimiento muestra el sentir de las familias de diferentes maneras.

La patriarca y legendaria artesana María Licanchitón se une a la jaculatoria, su mirar expresa nostalgia pero también alegría al saber que el 1 y 2 de noviembre recibirá a sus seres del otro mundo.

Mientras sujeta una imagen divina y demuestra su fervor, doña Marush explica que esta ceremonia es para dar inicio a la tradicional fiesta de las almas próxima a celebrarse.

Comenta que el recinto de San Sebastián se llenará de alegría, recuerdo y dolor.

“Nuestras almas indígenas serán honradas con amor y respeto; los mausoleos se iluminarán con veladores blancas y amarillas, y los pétalos de la flor de cempasúchil o damasquina adornarán el camposanto y la música amenizará la ocasión”.

Es sustancial mencionar que el panteón de San Sebastián y Mukinol o Cuchulumtic, en el municipio de San Juan Chamula, son de los más visitados por turistas nacionales y extranjeros, los cuales también buscan y compran el trabajo artesanal que realizan cientos de indígenas para su sustento del día a día.

Las artesanías, en especial la venta del telar o Jolobil, es una necesaria entrada a la economía del pueblo, sin embargo ante los conflictos que se han suscitado recientemente la visita de turistas podría disminuir considerablemente.

Al respecto, Marcelino Licanchitón, de cargo Mortomo (Alcalde de cofradía y encargado de custodiar algunas imágenes espirituales), comenta que el 1 y 2 de noviembre próximos podría disminuir la venta de sus telares y otros productos ante la poca llegada de visitantes que esperan recibir.

“La situación en nuestro pueblo aún no es buena, existe tensión, sin embargo nuestras tradiciones se respetan. La actividad para los muertos se llevará a cabo como de costumbre, pero la venta de artesanías no nos beneficiará como años pasados, esto porque el turista podría tener temor ante lo sucedido”, explica el también artesano.

La comunidad enclavada en el Altiplano Central del estado es bien recibida ante los ojos de miles de visitantes que contemplan la belleza ancestral y cultural de un pueblo milenario.

Las usanzas y creencias de la comunidad autóctona son trascendentales y contemplan un sinfín de actos fervorosos.

El ciclo de oraciones que realizan algunas familias marcan la bienvenida a sus difuntos, revivir recuerdos guardados en el corazón y al final nuevamente despedirlos y regresarlos al K’atin Bak o lugar de los huesos ardientes, y hasta el próximo año.