El Congreso Indígena realizado hace 51 años “se convirtió en un referente moral y político y su eco resonó en las décadas siguientes en las luchas campesinas, en la creación de organizaciones independientes y, finalmente, en el levantamiento” del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), afirmó Antonino García, investigador de la Universidad de Chapingo.
“A 51 años de aquel acontecimiento, el Congreso Indígena sigue siendo una brújula ética. Sus cuatro grandes temas: tierra, comercio, educación y salud, siguen vigentes, pero su significado se ha ampliado”, pues “la lucha por la tierra ya no se limita al acceso a la propiedad, sino que se inscribe en la defensa del territorio frente a los megaproyectos extractivos”, agregó.
Dijo que “la crítica al comercio desigual se extiende hoy a las cadenas globales que despojan a las comunidades de sus bienes producidos y bienes naturales comunes. La exigencia de educación propia se ha transformado en la demanda de autonomía cultural y de pedagogías comunitarias. Y la salud ya no se entiende solo como atención médica, sino como cuidado de la vida en todas sus formas, incluyendo la de la madre tierra”.
Foro
Al participar en el foro titulado “Experiencias de actores de pueblos originarios en el primer Congreso Indígena de Chiapas Bartolomé de Las Casas de 1974”, en el que también participaron los tseltales, Juan Hernández Meza y Tiburcio Ruiz Clara, que asistieron a aquella reunión, García señaló que lo que emergió en ese año “no fue una asamblea manipulada por el Estado, sino el primer acto público de autodeterminación indígena contemporánea”.
Afirmó que “hoy, cuando el planeta enfrenta nuevas formas de despojo y crisis civilizatoria, el mensaje del Congreso Indígena de Chiapas adquiere una renovada vigencia. La comunalidad, como forma de vida y pensamiento, aparece como alternativa al modelo que ha roto el equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza. Recordar aquel Congreso no es un acto de nostalgia, sino un ejercicio de memoria activa: volver a escuchar la palabra común, esa que nos recuerda que la justicia solo puede construirse desde el nosotros-nosotras”.