La Secretaría de Turismo federal hizo un llamado a la ciudadanía para visitar “el valle cubierto de agua”, como denominó a playas de Catazajá, en el marco de esta temporada de vacaciones.
La institución ubicó a unos kilómetros de Palenque las lagunas de Catazajá, un sistema de 20 mil hectáreas de cuerpos de agua abastecido por el río Usumacinta.
Este conjunto alberga un paisaje natural compuesto por una diversidad de flora y fauna; desde una lancha, se pueden apreciar tortugas planas, cocodrilos, garzas, jabalíes, monos, nutrias y más, entre árboles de amate, caoba, ceiba y hule.
También es casa de una noble especie que brinda servicios ecosistémicos para conservar su propio hábitat: el manatí. La comunidad se dedica a protegerlo y rehabilitar a los ejemplares rescatados.
Vida silvestre
Este extenso cuerpo de agua forma parte de un sistema de más de veinte lagunas conectadas por el río Usumacinta. La calma de sus aguas contrasta con la abundante vida silvestre que alberga: manatíes, robalos, tortugas, cocodrilos y aves migratorias conviven entre lirios y manglares.
Para muchos visitantes recorrer en lancha estas aguas tranquilas se convierte en una experiencia de contacto íntimo con la naturaleza, enmarcada por los atardeceres que tiñen de rojo y dorado el horizonte de la ribera chiapaneca.
Visitar las playas de Catazajá no es solo contemplar la belleza de la laguna: también es adentrarse en sus actividades turísticas que cada año atraen a decenas de aventureros.
El paseo en lancha es, sin duda, la actividad estrella. Guiados por lancheros locales, los turistas pueden avistar manatíes y observar garzas, ibis y cormoranes en su hábitat natural.
Para los más intrépidos, existe una tirolesa de más de 500 metros que cruza una parte de la laguna, brindando una vista panorámica única. Además, cada octubre se realiza un torneo de pesca deportiva, en el que se captura principalmente robalo, uno de los tesoros gastronómicos de la zona.