El bloque de Mesoamérica nuclear, que va desde el Istmo de Tehuantepec hasta Honduras, posee una diversidad particular de encinos. En el mundo existen entre 400 y 600 especies de las cuales 161 se han encontrado en México.
Maura Quesada, investigadora de la Universidad de San Carlos de Guatemala, comentó que “los encinos que existen en el centro de México no son los mismos que se encuentran en la región que hay entre Chiapas a Honduras”.
Diversidad
El Istmo marca un corte de biodiversidad, mientras la península de Yucatán, Honduras y Guatemala albergan especies con millones de años.
El manejo cultural de los encinos ha ayudado a que sobrevivan por muchísimo tiempo, no son tan amenazados por la deforestación o el uso indiscriminado de sus ramas o troncos, las comunidades suelen utilizar los residuos o lo que ya está seco, no los cortan.
En Guatemala, por ejemplo, hay comunidades enteras que viven del aprovechamiento del carbón de encino y han sobrevivido así por varias generaciones, lo que quiere decir que le han dado un buen manejo.
El problema son los crecimientos urbanizados en los bosques de pinos encinos por sus paisajes. Hay algunas especies que están en los bosques de niebla o nubosos y su amenaza es por el crecimiento de plantaciones de café o aguacate.
Muchas otras se adaptaron a las condiciones que existen en este bloque, por eso es un sitio con alta biodiversidad y alto endemismo, porque viene de millones de años atravesando procesos evolutivos con condiciones similares.
Los bosques de encinos se distribuyen en las cuencas altas, prestan varios servicios ecosistémicos muy importantes, como la filtración de las lluvias al soltar su hojarasca durante la temporada, evitan la erosión con sus grandes y largas raíces.
Estos árboles se usan como principal recurso de leña y carbón en varias comunidades, por sus características que hacen que la combustión sea más lenta.