El municipio de Reforma se ha visto sumergido en una grave contaminación por emisiones de gases de sus diferentes instalaciones petroleras, ubicadas en esta demarcación y donde habitantes que viven cerca de sus instalaciones, sufren los constantes efectos contaminantes y enfermedades como dolor de cabeza, mareos y hasta cáncer en la sangre. La contaminación acaba con el ecosistema y enferma a la población.
Estos efectos contaminantes datan de hace más de 45 años, palpable primeramente, por la corrosión que estas emisiones hacían a las alambradas y láminas de zinc donde Pémex, se vio obligado a pagarle a los campiranos por los daños y afectaciones.
Sin embargo los efectos contaminantes se continuaron generando ante la falta de una ley del medio ambiente que en ese entonces no existía, para castigar este delito ya que afecta el medio ambiente, con la contaminación a las aguas, suelo y aire, que eran monitoreados por empresa contratadas por Pemex, y que por el dicho, de “el que paga manda”, los resultados no se daban a conocer y si lo hacían, eran favorables a la empresa Pemex.
Gentes de comunidades como la Ceiba de Reforma, y Santa Cruz primera sección, de Juárez Chiapas, fueron trasladados a la ciudad de México, por problemas de plomo en la sangre, por los efectos contaminantes emitidos por el complejo cactus y la batería, Arteza, siendo la única ocasión, que se dio atención a este tipo de problemas que estaba afectando a la población donde existe asentamiento de instalaciones petroleras.
El problema de la lluvia ácida, que acababa con los cultivos, contaminaba la tierra y dañaba las unidades motrices a las que les deja una capa negra de contaminantes con combinación de ácido nítrico, óxido de nitrógeno y dióxido de azufre.
Por ello los citados contaminantes con el vapor de agua, forman ácido sulfúrico y ácidos nítricos, dichas sustancias químicas caen a la tierra formando la “lluvia ácida”, por la constante emisión de desechos emitidos las 24 horas a la atmósfera por los mechones, de las instalaciones petroleras.