Copoya arropa ritos y costumbres que permiten identificar una cultura milenaria, la zoque; a pesar de estar “a un paso” de la capital, sigue su marcha, fiel a sus tradiciones. Esta delegación de Tuxtla será postulada para considerarse “Pueblo Mágico”, de acuerdo al director del Buró Municipal de Turismo, Javier Domínguez, no obstante, para ello debe cumplir con requisitos para entrar a esta lista.
De adherirse, Chiapas pasaría a tener cinco Pueblos Mágicos de los 132 que existen a nivel nacional, según la Secretaría de Turismo, siendo esta instancia federal la encargada de verificar que se cumpla con los lineamientos y características para su integración.
Los requisitos para que una localidad o poblado obtenga este estatus, de acuerdo a la Guía para la integración documental Pueblos Mágicos, va de lo administrativo hasta la infraestructura y oferta de servicios, con un proceso dividido en cinco etapas.
En la etapa de registro se requiere de un área o unidad administrativa encargada de la atención del turismo, un directorio de prestadores de servicios turísticos y un inventario de recursos y atractivos turísticos de la localidad, como inmuebles declarados o susceptibles de catalogarse como zona de monumento histórico por una institución estatal.
La conectividad es clave
En la plaza central de la localidad, un mapa determina la ubicación y rutas de las casas más antiguas, las cuales mantienen construcciones tradicionales con materiales como el adobe, que preserva una arquitectura colonial.
Llegar a esta localidad no supera los 35 minutos desde sus múltiples terminales que están ubicadas en el cuadrante sur poniente de la ciudad, ya que se cuenta con la ruta 8000 y 6000, con un costo de pasaje de ocho pesos.
También es importante cumplir con el requisito de conectividad y acceso que solicita rutas fijas de transporte público y no estar a más de dos horas de un aeropuerto; además de la creación de un Comité de Pueblo Mágico, quienes deben desarrollar y presentar un programa de trabajo a cinco años.
De elegirse el transporte público, el “brincoteo” de una calle empedrada de dos carriles con múltiples baches seguirá dando la bienvenida a los pobladores y visitantes, situación que daña la imagen que se pretende obtener; de acuerdo con José -chofer de ruta-, es uno de los aspectos más importantes a considerar, ya que “ni porque pasamos por aquí todos los días las han arreglado”.
Una bifurcación divide el carril y comienzan a observarse fachadas bien conservadas, con placas que resaltan el giro de los negocios. También hay cafeterías y restaurantes, los cuales relucen con banquetas recién remodeladas, dotando de una estética colonial a la entrada principal, sin embargo, los brincoteos continúan.
Lo ideal es bajar en el parque porque ahí hay un mapa y letreros que resaltan la importancia cultural y tradicional del también conocido “lugar de luna llena o donde brilla la luna” en idioma coque, un poblado de origen prehispánico que, de acuerdo al cronista José Luis Castro, se nombra por primera vez en 1835 en un parte militar de Joaquín Miguel Gutiérrez, nombrada como “Las Trancas de Copoya”.
Sitio donde el Ejército Federalista se repuso después de una derrota contra el cuartel de San Cristóbal de Las Casas, y fundada formalmente un 3 de octubre de 1892 por el gobernador constitucional, Emilio Rabasa.
Arquitectura
Su altura de 840 m.s.n.m. la privilegia con aires frescos, debido a que está sobre una meseta que lleva su nombre a un costado del cerro de Mactumactzá, el cual reluce desde cualquier punto de la comunidad, al igual que el monumento religioso conocido como el Cristo de Copoya.
En su centro están las instalaciones abandonadas del Museo Zoque y en el mismo cuadrante se puede visualizar a las múltiples cocineras tradicionales que ofrecen platillos típicos, un extra culinario para que cumpla su evaluación de desarrollo turístico.
Sus tradiciones la refuerzan
Sin embargo, su fuerza recae en sus tradiciones, con festividades como la “Bajada de las Virgencitas”, la preservación de bailes como el “Napapok etzé”, que argumenta la habilidad del arte plumario, resguarda la cosmovisión zoque y conjuga a los músicos de carrizo y tambores tradicionales.
De acreditarse su incorporación, vendrá su evaluación, la cual incluye una visita técnica y la percepción de los visitantes. De ser acreditada, se formaliza su nombramiento, lo cual dotaría de importantes oportunidades de operación, como la inversión pública, innovación de productos turísticos y mercadotecnia integral.