Crece cultura del tatuaje en Tuxtla Gutiérrez
Sión, tatuador desde hace 16 años. María Perianza / CP

El tatuaje ha dejado de ser un tabú para la mayoría de la sociedad. Se puede observar en las calles a personas de diferentes niveles socioeconómicos (mayormente jóvenes) mostrar sin pudor y hasta con orgullo sus tatuajes.

Y es que el sector poblacional que opta por esta clase de grabado permanente en la piel ha crecido notablemente a nivel mundial. Tuxtla Gutiérrez no es la excepción.

Un tatuador comentó en entrevista que hubo un incremento de un 30 por ciento en el índice de clientes que acuden a su local para ser decorados. En lo que va de 2014 a 2015, y el número va en aumento.

Sin embargo, para cierto sector de la población los tatuajes están asociados a la delincuencia y drogadicción.

Al respecto, la investigadora Bertha Palacios indica que en Chiapas, un factor que influye para esta clase de prejuicios es la cercanía con Guatemala, de donde emigran jóvenes delincuentes asociados con alguna mara y que se identifican precisamente por tatuajes, aunque éstos son específicos de un código particular de pandilla.

Sin embargo el fenómeno ha acompañado a la sociedad bajo distintas características, desde el tatuaje ritual hasta el elaborado por imitación de los iconos a los que admira la juventud o como muestra de rebelión.

Palacios dijo que todo movimiento juvenil es una protesta en contra de lo tradicional. El joven busca una identidad propia y para adquirirla busca diferenciarse de los padres. Búsqueda donde elementos como la manera de vestir, peinarse, el tipo de música que escuchan, juegan un papel prioritario.

Uso cultural

El tatuaje es tan antiguo como la sociedad, aunque empleado para diferentes fines. Por ejemplo, los griegos y romanos lo usaban para marcar a los esclavos.

En las islas del Pacífico, los maorí lo utilizan como un elemento simbólico de jerarquización, pues los jóvenes guerreros que eran iniciados en el arte de la guerra o de la defensa, eran tatuados para dar a conocer que habían aprobado el proceso.

En la época prehispánica los guerreros se tatuaban y eso estaba ligado a una cuestión de jerarquía, pero con la llegada de los españoles comienza a ser mal visto, debido precisamente a que la Iglesia Católica se origina en Roma, donde solo los esclavos y delincuentes eran tatuados, además de que tacharon dicha costumbre como un acto de barbarie y paganismo.

Palacios añadió que en la década de los ochentas, cuando se genera el proceso de globalización, hay un repunte en el uso del tatuaje. En la televisión se comienza a ver cuerpos semidesnudos tatuados. Ejemplificó los casos con estos grabados en la piel, los cuales además, eran enfocados por la cámara.

Desde la perspectiva de la investigadora Bertha Palacios, en las últimas décadas el tatuaje se ha vuelto una forma de consumo cultural y es resignificado por cada sujeto.

Agregó que las personas adultas ven mal el tatuaje porque está asociado al vandalismo, lo cual llega como herencia romana, porque se tatuaba a quienes eran delincuentes, y luego, desde el pensamiento judeo – cristiano, pues indica que “no debes tatuar o herir el cuerpo porque éste es un templo de Dios y no debe ser maltratado”.

Julio César de la Cruz Hernández, conocido con el seudónimo Anubis, originario de Chiapa de Corzo, tatuador (estudio Pitbull) desde hace 16 años, comentó: “ el tatuaje se ha vuelto algo positivo gracias a los medios de comunicación, pues muchos jóvenes quieren imitar a algún cantante o deportista. Esto se ha vuelto una moda”.

Agregó que el significado de cada tatuaje depende de la persona. Las edad en la que se realizan ronda entre los 20 a 30 años de edad.

“La higiene es muy importante con en el oficio y la calidad del trabajo. Las tintas son vegetales, son libres de plomo; anteriormente se utilizaba la tinta china, la cual tenía demasiado plomo y es especial para lapiceros, por lo que algunas personas presentaban alergias e irritaciones”.

Enfatizó que “en la ciudad hay muchos tatuadores que son ilegales. La Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) no se da a la tarea de inspeccionar y reglamentar a las personas que se dedican a esto, pese a que ponen en peligro a la sociedad al no trabajar con medidas higiénicas”.

Jonathan de Jesús Rico González, bajo el seudónimo de Sión, tatúa desde hace 16 años. Proveniente de la Ciudad de México llegó a Tuxtla Gutiérrez en 2005. Cuenta que en aquella época había pocos lugares en donde se realizaban tatuajes.

Dice que cuando colocó su primer local (Mística Espiral), “hubo gente que me dijo que cómo me atrevía a colocar un puesto como ese, pues me decían que la ciudad no estaba para ese tipo de establecimientos, y que la gente estaba acostumbrada a lugares (estudios de tatuaje) mal acondicionados, que mi idea de establecer un sitio para tales propósitos no iba a funcionar”.

Sión venía de laborar del norte del país, en una ciudad fronteriza, en donde hacía tatuajes grandes y con color. En Tuxtla Gutiérrez se hacían cosas muy pequeñas de alrededor de 10 centímetros, letras, en lugares ocultos y sin color. La gente no estaba acostumbrada a ello.

“Cuando llegué aquí muchos me gritaban ‘ese mara’. La Policía detenía a los hombres que estaban tatuados y me decían que no saliera al parque porque me detendrían; llegué a observar como los policías detenían a varios jóvenes por estar tatuados, pero en mi caso me halagaron”, dijo.

Agregó que 6 años atrás empezó la influencia por medio de programas de televisión, en donde se comenzó a ver a cantantes, deportistas, personas del medio con tatuajes y eso dio una nueva perspectiva al tatuaje y cómo eran vistas esas personas en esas sociedades.