Crónica en Chiapas, historias de un pueblo trascendental

La crónica literaria, como movimiento cultural, apareció en Chiapas en 1951, fecha en que Mario Araujo Rodríguez publicó la crónica “Los ríos de mi pueblo”. Antes, otros autores ya habían escrito crónica, pero crónica histórica, costumbrista, deportiva, social, etc., pero no crónica literaria.

El desarrollo de la crónica literaria, como un género híbrido de la historia y la literatura, aún está en pañales. En cambio, la crónica tradicional sí ha tenido algunos seguidores, entre los que destacan Fernando Castañón Gamboa, Prudencio Moscoso Pastrana, Antelmo Figueroa Pulido, Juan María Morales Avendaño, Manuel de Jesús Martínez Vázquez, Eliseo Mellanes Castellanos, Manuel Burguete Estrada, Enoch Cancino Casahonda, Fernán Pavía Farrera y Alberto Vargas Domínguez.

Apenas el 2 de agosto de 1997 fue fundada, en la ciudad de Comitán de Domínguez, la Asociación de Cronistas del Estado de Chiapas, A. C. Su gran impulsor fue César Pineda del Valle, cronista de Pijijiapan, Chiapas; y su primer presidente Manuel Burguete Estrada, cronista adjunto de San Cristóbal de Las Casas.

Dentro de los cronistas chiapanecos, en el campo periodístico, figura de manera destacada el tapachulteco Marco Aurelio Carballo López, quien en 1998 obtuvo el Premio Nacional de Crónica “José Pagés Llergo”. Carballo es autor de algunas novelas escritas con la técnica de la crónica literaria: Crónica de Novela (1992) y Muñequita de Barrio (2000), entre otras.

Los cronistas del pasado no hicieron escuela ni dieron lugar a la formación de corrientes literarias que fortalecieran y desarrollarán a la crónica como género histórico y literario; tampoco abrieron nuevas perspectivas para el ulterior crecimiento y desarrollo de la crónica tradicional. Destacaron individualmente, pero no como grupo o generación de intelectuales a seguir, que hicieran de su trabajo un ejemplo a imitar, a asimilar. Por tal motivo, no existe hasta hoy, una antología de la crónica chiapaneca ni una obra que haya compilado el trabajo de los cronistas municipales (sólo como excepción se publicó en el 2004 la obra colectiva Tuxtla y sus barrios. Historia, crónica y vida cotidiana, en el que participaron 10 cronistas tuxtlecos y en el 2012 Crónicas Tuxtlecas [antología, 80 crónicas, 293 pp.], publicado por el Consejo de la Crónica Municipal de Tuxtla Gutiérrez).

Vamos, el trabajo del cronista ni siquiera figura ni está documentado en la historia de la literatura chiapaneca. Quizá se deba al desconocimiento y la gran confusión que hay entre las diversas maneras de escribir una crónica y sus variantes como género literario, histórico o periodístico, lo que dio lugar a que se escribieran crónicas seudo históricas o seudo literarias, que no respetaron los límites de la crónica al invadir otros géneros literarios; o lo que fue peor, la confundieron con otros géneros (relatos, estampas, anécdotas, artículos historiográficos, etc.).

Un suceso realmente digno de destacar es la aparición de la mujer chiapaneca en la redacción de la crónica. En 1984 fue nombrada doña Martha Dolores “Lolita” Albores (1918) como primera cronista de la ciudad de Comitán de Domínguez, y la primera de Chiapas. En 1986 publicó su crónica costumbrista: “Así te recuerdo Comitán”. En 1991 pasó a formar parte de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, A. C., y en 1997 fue socia fundadora de la Asociación de Cronistas del Estado de Chiapas, A. C.

Actualmente, la crónica escrita por mujeres está concentrada en diversas autoras: Martha Azucena Morales Constantino (Venustiano Carranza), Rutila Mejía Gutiérrez (Tuxtla Gutiérrez), Gloria Pinto Mena (Pichucalco), Gloria Cano (San Fernando), Sofía Mireles Gavito (Tonalá), María Eugenia Díaz de la Cruz (Tapachula), Guadalupe de la Cruz Palacios (San Fernando), Martha Margarita Farrera Pola (Cintalapa), Alba Patricia Cabrera Bezares (Jiquipilas), Magdalena Jiménez Jiménez (Tuxtla Gutiérrez) y Adriana Pineda Jordán (Ciudad de México).

En cuanto a las nuevas generaciones, el 31 de marzo del 2008, con la finalidad de formar cronistas infantiles que pudieran participar en la mesa de crónica infantil en el XXXI Congreso Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, la poeta y cronista María Eugenia Díaz de la Cruz impartió el taller de crónica infantil “Sabines para niñas y niños”, en el que se enseñó también a escribir poesía y cuentos. A través de la lectura guiada se procuró adentrar a los niños de entre 9 y 14 años al cultivo de la crónica. (María Eugenia Díaz es periodista y miembro de la Asociación de Cronistas del Estado de Chiapas; además ha creado y publicado suplementos y libros infantiles como Tuxtla para niñas y niños). Evento que tuvo lugar los días del 31 de marzo al 30 de abril de 2008 en el Centro Cultural de Chiapas “Jaime Sabines”. Asimismo, se realizó un concurso de crónica infantil, cuyos resultados fueron los siguientes: primer lugar: Yenitzia Mariana Sánchez Tapia (Estado de México), segundo lugar: Alexis Espinoza Bárcenas (Tecamachalco, Puebla), tercer lugar: Priscila Amezcua Ramos (San Cristóbal de Las Casas, Chiapas), menciones honoríficas: Xiomara Fabiola Cristina Sánchez Díaz (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas), Andrea Utrilla Ramos (Comitán, Chiapas) y Enrique Culebro Rivadineyra (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas). El jurado calificador estuvo integrado por las poetas y escritoras: Socorro Trejo Sirvent, Yolanda Molina Quiñones, Clara del Carmen Guillén, Violeta Pinto, Virginia Marín, Beatriz Muñoz y Socorro Carranco.

El 17 de julio del mismo año, se realizó la primera mesa de trabajo de crónica infantil, en la que participaron 16 cronistas infantiles, misma que se realizó en la sala “Gustavo López Gutiérrez”, del Archivo General del Estado de Chiapas. El evento comenzó con una charla sobre los diversos tipos de crónica, impartida por el cronista José Luis Castro Aguilar, presidente del Consejo de la Crónica Municipal de Tuxtla Gutiérrez. Participaron en esta mesa ?la primera que se organiza en un congreso nacional de cronistas? Yetzaní Laileth De María Mol en representación de Yenitzia Mariana Sánchez Tapia de Chapultepec, Estado de México; Alexis Espinoza Bárcenas de Techamacalco, Puebla; Priscila Amezcua Ramos de San Cristóbal de las Casas, Chiapas; Andrea Utrilla Ramos de Comitán, Chiapas; Tania Yamilé Suárez Ovalle y Raúl Suárez Ovalle de Pueblo Nuevo Solistahuacán y René Jesús Alí Campos Nolasco y Diana Laura Casas Nolasco de San Felipe del Progreso, Estado de México.

También leyeron sus trabajos Itzel Alejandra García Urías, Leticia Guadalupe Aguilar Cuesta, Ana Luisa Orozco Suárez, Ricardo Enrique Coello Marcelín; Xiomara Fabiola Cristina Sánchez Díaz, Enrique Culebro Rivadineyra, Sofía Mercedes Rodríguez Fábregas y Héctor Ramos Morales, todos ellos de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Por último, María Eugenia Díaz insistió en la necesidad de llevar el proyecto ante las autoridades educativas para así “lograr que algún día haya en cada escuela un niño cronista que dé fe de los acontecimientos de su entorno”.

El 18 de julio del 2008, en el marco de la celebración del XXXI Congreso Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, que se realizó en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, a propuesta de la cronista María Eugenia Díaz de la Cruz se aprobó que en los congresos nacionales de cronistas previamente se imparta un curso especial de crónica a niños y niñas, y haya un concurso y una mesa de trabajo de crónica infantil.

“Este proyecto, a decir de la también catedrática y periodista María Eugenia Díaz, surge de la necesidad de proveer de un marco conceptual que sustente el proyecto de formalizar y dedicar un espacio para trabajar con el público infantil y juvenil, la crónica literaria y periodística, como una forma de promover los valores inherentes a la concientización de la cultura”. Más adelante, Díaz de la Cruz agregó: “La idea nace con el antecedente del que tuvimos noticia en la Asociación Nacional de Cronistas de lo que han trabajado otras ciudades; por ejemplo lo que se hizo en Culiacán, Sinaloa, donde se concretó la figura del “niño cronista” y del concurso que se realizó en Chapultepec, Estado de México, donde también se otorgó el cargo honorífico de cronista infantil”.

En Chiapas, aún no se tiene conciencia del valor, la importancia y la trascendencia que tiene la crónica literaria como género literario independiente. Algunos escritores aún consideran a la crónica literaria como un “género menor”, comparándola con el cuento y la novela; y tan sólo superior a la estampa, a la anécdota y al relato.

La crónica, como expresión histórica y literaria independiente, autónoma, original y breve, es relativamente nueva en la historia de la literatura chiapaneca. La crónica, históricamente determinada, ha evolucionado felizmente en la crónica literaria: nueva forma expresiva y fondo que ha asumido contemporáneamente la antigua crónica. Por esta razón, la crónica, como género literario ?redefinida como un nuevo medio de expresión, con caracteres propios y jerarquía estética?, aún no se consolida. Sin embargo, en algunas ciudades de Chiapas (Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de Las Casas y Tapachula de Córdova y Ordoñez), ya empieza a figurar la crónica literaria como género literario con valor universal.