El proceso del aborto no podría ser comprensible más que para toda aquella mujer que lo ha vivido en su fuero interno, con o sin motivos, y puede llegar a ser un duro trance difícil de superar.
Hay que destacar que durante la etapa más complicada de la pandemia, los embarazos no deseados aumentaron drásticamente; el aislamiento social fue parte importante para el acercamiento -mayormente entre los jóvenes-.
La irresponsabilidad y la toma de malas decisiones obligó a muchas personas a realizar técnicas abortivas por medio de medicamentos que son de fácil acceso y que se consiguen en cualquier farmacia: misoprostol (Cytotec) y mifepristona.
En algunas boticas de la capital, inclusive en otros municipios, se venden estos compuestos sintéticos en dosis de cuatro, seis y hasta ocho pastillas efectivas, o de 28 tabletas con costos que oscilan entre los dos mil hasta los tres mil 170 pesos.
En farmacias con el logo de la “A”, “el Cytotec de laboratorios Pfizer con 28 tabletas cuesta más de tres mil pesos, pero los precios cambian dependiendo de quién lo venda y dónde se consiga”.
“Pero es de suma importancia destacar que estas pastillas no son específicamente para la interrupción de embarazos, al contrario, el Cytotec es un protector estomacal para úlceras y duodenales.
Sin embargo, el activo llamado misoprostol es el que provoca contracciones en el útero que ayudan a la expulsión del feto o embrión, hasta en un aproximado de 12 semanas”, explican especialistas de laboratorios PiSA, en la capital chiapaneca.
Hay que mencionar que la venta de estos medicamentos requiere de una receta médica en farmacias que supuestamente están debidamente establecidas, sin embargo, en algunos puntos también se ofertan de manera clandestina y a precios más bajos.
Esta situación representa un mayor riesgo a la vida de quien consume éste u otros análogos semisintéticos, sin saber qué es lo que realmente están ingiriendo o la reacción que pueda tener el cuerpo.
Marco Vargas Rodríguez, de Novartis, comenta que la venta ilegal de estos insumos aumenta alarmantemente, ya que no hay un control o regulación sobre éstos, además de que hay negocios imperando en el clandestinaje y no saben qué compuestos venden, para qué sirven o los daños y secuelas que se puedan presentar al momento o a largo plazo.
“Los embarazos no deseados se han dado mayormente en los confinamientos que han sido necesarios, pero esto también se debe a las leyes e ideologías antiaborto, donde muchas mujeres acuden a este método rápido y fácil para interrumpirlos.
No obstante, hay consecuencias y efectos graves como arritmias o depresión, pero la hemorragia es el resultado más fatal donde la mujer puede desan-grarse y morir”, asevera.
Al ser una una prostaglandina antiulcerosa, el misoprostol está indicado para tratar úlceras y lesiones gastrointestinales, por lo que su mal uso puede traer consecuencias fatales.
Comenta que la diarrea es el efecto más frecuente y se presenta en los primeros días del tratamiento, además de erupciones, mareos, dolor de cabeza, dolor abdominal, estreñimiento, digestión, nauseas y vómitos.
Los síntomas más graves son el sangrado menstrual excesivo o prolongado, una menstruación dolorosa y el desgarro del útero, por lo que se requiere urgentemente atención médica.
En otros casos, “si el bebé llegara a nacer pese al consumo de este medicamento, puede tener malformaciones”.
Finalmente, cabe destacar que los abortos se pueden realizar con misoprostol o mifepristona, en comprimidos, al alcance de todos y en dosis diferentes, pero esto dependerá del avance que tenga el embarazo, sin olvidar que se pone en riesgo la vida de la mujer.