“En idioma zoque empezó a circular el nombre del coronarios bajo la designación de toyaka’kuy toya, dolor y sufrimiento profundos; ka’kuy, enfermedad con probabilidad de muerte, es decir, enfermedad que produce dolor profundo, asociada con la probabilidad de morir”, resaltó el investigador del Instituto de Estudios Indígenas, Laureano Reyes Gómez.
El doctor de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), en su investigación “Percepción de la covid-19 entre la población indígena zoque de Chiapas”, destacó que de acuerdo a la cosmovisión de la cultura zoque en Copainalá, el coronavirus no se transmite a través del hombre, sino que recorre grandes distancias a través del “aire frío”, sucio y contaminado, el cual consideran una amenaza externa.
El covid-19, dado que no es visible, explicó, se concibe como una enfermedad que se transporta por vía aérea, que se desplaza y recorre grandes distancias, alcanzando los lugares más inhóspitos, capaz de “dar vuelta en los confines del mundo y regresar en busca de víctimas para alojarse en ellas como huésped no deseado”.
Las enfermedades se clasifican de acuerdo con su propiedad, fría o caliente: “Los zoques de Copainalá distinguen entre ‘aire sano’ al templado, y ‘aire sucio’ al frío. Se dice que el aire sano ventea bonito y purifica el ambiente; el aire sucio, en cambio, lleva impurezas como el virus y muchas otras enfermedades”, destacó.
Sin embargo, en el pensamiento indígena se cree que hay individuos con poderes suprahumanos que les permiten concentrar en su cuerpo calor en demasía, haciéndolos resistentes y capaces de soportar las enfermedades.
“Son especialmente poderosas aquellas personas que tienen nueve o más remolinos en el cabello o las que simulan la piel del jaguar; son consideradas personas con arrojo, resistentes ante el embate de amenazas a su salud y otras penurias. La rebeldía de su cabello, refleja el poder de no doblegarse a la primera amenaza”, subrayó Reyes Gómez.
Lamentablemente, el investigador precisó que la mayoría de la población no cuenta con esta protección natural, por lo que vieron indispensable apoyar a los “vientos sanos”, procurando la higiene y otras recomendaciones de las autoridades sanitarias.
Pero, al parecer el autocuidado es una costumbre difícil de incorporar, pues el investigador describió que mucha gente tiene que trabajar fuera de casa y las costumbres de higiene o prácticas como el distanciamiento social, no saludar de mano ni de abrazo, no se practican.
Cuando hay sospecha o confirmación de algún contagio de covid-19, la terapia tradicional recomendada es, además de aislamiento, la ingesta de alimentos de propiedad caliente, mucho picante, carne de res y aguardiente de caña, gallina de rancho, camote, infusiones de canela y limón.
“Con ello se busca introducir ‘calor’, principalmente en las paredes pulmonares para darle flexibilidad a los tubos respiratorios y permitir una mejor oxigenación. Se privilegia el uso de ungüentos como Vick VapoRub”, dijo el gerontólogo.
Respecto al uso de plantas medicinales, el especialista detalló que se usan aún más que el medicamento, pues se recurre a vaporizaciones de ruda, manzanilla y canela, considerados particularmente de propiedad térmica caliente. Y concluyó que “el mayor temor ante esta enfermedad es morir de asfixia”.