Danza de la guacamaya: cuando “el cuerpo habla”

Danza de la guacamaya: cuando “el cuerpo habla”Se genera comunidad en cada danza. Carlos López / CP

Previo a la exposición “Narrativa Corporal Napapok-etzé”, en el Museo Regional del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la investigadora Rita Cifuentes desentrañó en entrevista los códigos simbólicos de la danza de la Pluma de Guacamaya, un ritual zoque que vincula movimiento, cosmovisión y resistencia cultural.

El cuerpo como archivo

En diálogo con este medio, Cifuentes, pionera en metodologías para la danza folklórica escénica, explicó su hallazgo central.

“El cuerpo narra lo que la tradición dicta. Cada paso del Napapok-etzé es un diálogo con el pasado”. La danza, dedicada al padre Sol (Te’Hata-Jama-Etzé) y la niña Alacandú, conforma un sistema de comunicación donde los movimientos “revelan cómo los danzantes sienten su herencia”.

Equilibrio

La coreografía reúne tres entidades fundamentales, la Alacandú (niña-luna), protegida por las Suy Etzé (mujeres-terrestres) y el Napapok-etzé (danzante principal con penacho de guacamaya).

“En la cosmovisión zoque, ninguno prevalece sobre otro”, aclaró Cifuentes. “Aunque el Napapok etzé atrae por su plumaje, todos cumplen roles esenciales para el ciclo ritual”, precisó.

Arte plumario

La investigadora desmitificó la creación del emblemático penacho y sostuvo “no es un simple adorno. Cada pluma se recolecta solo en luna llena cuando cae naturalmente. Requiere 12 lunas, un año completo, para reunir las plumas sin dañar a las guacamayas”.

Carnaval

La danza se activa durante el carnaval zoque, en cinco días móviles basados en ciclos agrícolas, donde el movimiento levógiro (contrario a las manecillas del reloj) es clave.

“El giro inverso evita la repetición. Simboliza romper con lo establecido para renovar la vida”, detalló.

Frente al riesgo de simplificar la tradición, Cifuentes hizo un reclamo de “no reducir este baile a lo bonito. El carnaval zoque es un acto comunitario donde casas y calles se convierten en espacios rituales. Su esencia es la unión para recibir un nuevo sol colectivo”.