David Trinidad San Sebastián es un fotógrafo documental cuyo proyecto se basa en el Hata Miguel Etzé, de igual manera tiene la encomienda fotográfica de narrar la reconstrucción de la danza “Hata Miguel Etzé” por parte de la comunidad zoque, ante su desaparición en Tuxtla.
Entre lugares sagrados y danzas ancestrales, San Sebastián ha encontrado más que imágenes: una raíz.
Cada foto una conversación
Desde hace algunos años, su trabajo se ha centrado en documentar la riqueza de la cultura zoque, una de las identidades más antiguas y no tan visibilizadas en el estado.
“Construyo mis historias a través de la escucha. Cada fotografía es una conversación, incluso cuando no hay voz. Mi formación en las Ciencias Sociales me fija a diversos temas, de las otredades, de quienes están fuera de lo normativo, de los que luchan, a ellas y ellos mis historias le pertenecen”, comenta.
Por los lugares sagrados
Con cámara en mano recorre lugares sagrados capturando ceremonias y rostros que aún conservan la esencia de una cosmovisión viva, por lo que su obra busca no solo mostrar la belleza, sino generar un archivo visual que contribuya a la memoria colectiva de Chiapas.
Afirma que uno de sus proyectos más desafiantes es “sumar esfuerzos para formar un colectivo fotográfico en Tuxtla; un espacio donde fotógrafos se reúnan, como en una antigua ágora, para conversar con la imagen y desde la imagen”.
“Busco un sitio donde las historias no solo se capturen, sino que converjan, dialoguen y se revelen. Porque detrás de cada foto hay una experiencia y una búsqueda que puede tocar a otro”, explica.
La lente como un puente
En un contexto donde muchas culturas originarias enfrentan el olvido, la lente de San Sebastián busca ser un puente: entre generaciones, entre pueblos y lo que aún espera ser contado.
“Antes de levantar la cámara, me acerco a la gente. Antes del disparo, hay una conversación. Cuando retrato a una persona, primero construyo un puente: el del respeto”, afirma.
David comparte que su mayor logro no ha sido una imagen perfecta, “no fue una portada ni una exposición, fue ese instante en que una fotografía abrió una conversación que antes no podía ocurrir”.