De la Buena Mujer al fotomontaje de desnudo

Las mujeres indígenas que incursionan en política sufren fuerte violencia. Cortesía
Las mujeres indígenas que incursionan en política sufren fuerte violencia. Cortesía

Se evidenció una severa cuota de violencia que deben pagar las mujeres que deciden incursionar en la vida política de Chiapas. Lo componen el patriarcado comunitario y la política, se intensifica a través de métodos de difamación sexual y acoso digital que buscan “prostituir” simbólicamente a las mujeres como castigo por su incidencia pública.

Patricia Díaz López, originaria de San Juan Chamula y excandidata a la presidencia municipal, explica que las mujeres indígenas son formadas bajo un binomio social de “buena y mala mujer”.

Buena mujer

La “Buena Mujer”: “es aquella que no levanta la voz, que es sumisa, obediente, que la agreden, la golpean, la lastiman, la laceran y está bien, porque es la educación que nos dieron nuestros abuelos, nuestras madres, nuestros padres, nuestros antepasados”.

La “Mala Mujer” es aquella que se atreve a alzar la voz, a decir lo que piensa o lo que le lastima, y que busca aportar a su comunidad.

Explica que romper esta cadena es romper con los estereotipos, los sistemas normativos o los usos y costumbres comunitarios. La mujer que desafía estos mandatos sufre la crítica social y el desprecio de su misma sociedad e incluso de su propia familia, quienes la cuestionan, ¿por qué fue a estudiar o a prepararse profesionalmente? solo para “ponerlos en vergüenza”.

Castigo patriarcal

El principal “castigo” que la comunidad y el sistema político activan contra la mujer que “insiste y persiste” en la participación son las amenazas, las burlas y la difamación sexual.

Una narrativa común utilizada para “disciplinarlas” es el desprestigio y la calumnia, sugiriendo que “no fue por tu capacidad, sino fue por otra cosa”. La pregunta retórica común es: “¿Qué mujer política no se ha acostado con todos?”.

La también socióloga subraya que a las activistas que siguen haciendo incidencia se les “prostituye como si fuéramos objetos, como un castigo”.

Violencia digital

Esta “violencia disciplinaria” ha evolucionado con la tecnología, utilizando herramientas digitales para desacreditar el trabajo de las candidatas. Díaz López relató haber sido víctima directa de estas tácticas.

Su fotografía fue manipulada para circular en chats de San Juan Chamula. El fotomontaje la mostraba “toda desnuda” y sin su traje regional, “prostituyéndome con un número donde podían localizarme”. El objetivo era desacreditar su labor.

Más recientemente, se utiliza la IA en plataformas como TikToks para distorsionar su voz y sus cuerpos.

Estos ataques provocan que las mujeres “paren” su participación y se sientan mal, sirviendo además como una amenaza directa a otras mujeres que quieren seguir ese camino.

A pesar de que existe un marco legal (como la Ley Olimpia), la activista señala que, en los pueblos y comunidades indígenas, “todavía no se da eso, no se entiende”, y la información sobre los derechos y la violencia hacia estos derechos, sin embargo no es conocida por todas y todos.