Develan importancia de figuras escultóricas

Las esculturas son de gran valor nacional. Cortesía
Las esculturas son de gran valor nacional. Cortesía

La plaza central de Tonalá fue testigo, en la década de 1960 de un espectáculo insólito, decenas de monumentos arqueológicos apilados como escombros después de ser rescatados de saqueos. “Me tocó llegar y ver un montón de esculturas tiradas en el parque municipal”, reveló el arqueólogo Carlos Navarrete Cáceres, durante la presentación de su libro “Monumentos esculpidos preclásicos del Soconusco Occidental”, editado por la UNAM.

Vulnerabilidad

Esta imagen, que evidencia la vulnerabilidad del patrimonio chiapaneco, abrió la discusión en la mesa organizada por el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (Cimsur).

La investigación, que documenta más de 60 esculturas conocidas como “gordos”, figuras antropomorfas de gran volumen, detalla cómo estas piezas fueron extraídas de sitios como Tiltepec para ser usadas como ornamentos en casas particulares o abandonadas en espacios públicos.

“Durante recorridos entre 1962 y 1966, registramos cerca de 200 sitios arqueológicos en la costa, desde el río Suchiate hasta Cabeza de Toro. Muchas esculturas estaban en patios de ranchos”, explicó Navarrete, quien destacó el papel de ejidatarios para reconstruir su origen, pues “gracias a ellos, supimos de dónde provenía cada pieza”.

Alejandro Tovalín Ahumada, co-presentador de la obra, alertó sobre la pérdida continua de este legado.

“La carretera costera de los años 90 atravesó sitios arqueológicos, y la expansión urbana de Tonalá ha sepultado contextos irrepetibles”, dijo.

En su análisis, enfatizó que las esculturas, talladas en cantos rodados de la Sierra Madre, representan un complejo ritual del Periodo Formativo (1000-400 a.C.), vinculado a prácticas de molienda en altares horadados.

Navarrete agregó que estos “gordos” reflejan una transición estilística: “La escultura tres de Tzutzuculi es puramente olmeca, pero la que la acompaña muestra el inicio del arte de Izapa”. Esta conexión con Mesoamérica, dijo, se extiende hasta El Salvador, donde se hallan los últimos vestigios de influencia olmeca en piedra.

Sobre el destino de las piezas, Tovalín confirmó que algunas se exhiben en el Museo Regional de Chiapas en Tuxtla, mientras otras “duermen en bodegas o permanecen en un museo frustrado de Tonalá”. El trabajo está disponible en Libros UNAM y busca preservar la memoria de un patrimonio disperso.