El 2 de febrero la religión católica celebra a la Virgen de la Candelaria, una festividad que está estrechamente ligada con un platillo prehispánico como lo es el tamal, y que la hacen una de las más populares entre los creyentes, ya que se ha adaptado a la vida moderna.
Este día, según dice la tradición, aquellos que sacaron el “muñequito” en la rosca de Reyes se convirtieron en padrinos del Niño Jesús, por lo que ahora tienen que ofrendar tamales ese día, en que se “levanta” al Niño Dios del pesebre para vestirlo.
La tradición prehispánica del tamal va en torno al inicio del ciclo agrícola, que es precisamente el 2 de febrero. Los tamales representan una ofrenda a los dioses Tláloc, Quetzalcóatl y Chalchiuhtlicue, a fin de que haya una buena cosecha.
Fue a la llegada de los españoles cuando se adoptó la tradición cristiana de la Virgen de la Candelaria, que corresponde a los 40 días del nacimiento del Niño Jesús, por igual el 2 de febrero, y es presentado en el templo de Jerusalén por la Virgen María.
Es así que el Día de la Candelaria es una mezcla de tradiciones prehispánicas y católicas, ya que cuando los creyentes celebran la purificación de la Virgen María, nuestros antepasados celebraban a los dioses para pedir mejores cosechas y lluvias abundantes.
Orígenes
Roberto Ramos Maza, presidente de la asociación civil “Bicentenario de Chiapas”, comentó que es indudable que tanto la elaboración de los tamales como la celebración de la Virgen de la Candelaria, parten de tradiciones muy antiguas: en un caso está un origen mesoamericano (los tamales), y en otro, con la llegada del cristianismo en el siglo XVI (la Candelaria).
Indicó que la Virgen de la Candelaria tiene antecedentes más remotos, como la Fiesta de las Luces, la cual, según la tradición cristiana, refiere que se celebra cuando el Niño Jesús es presentado en el templo, de ahí que se tan importante en el calendario cristiano.
Fue al llegar a América cuando se une con las tradiciones mesoamericanas, como la de ofrecer tamales como tributo a los dioses en ceremonias que tenían que ver con el calendario agrícola.
Eso se llegó a saber porque la arqueología muestra en murales ceremonias en las que se ofrecían platos con tamales, que al igual que la fiesta cristiana, la tradición prehispánica ha sufrido varias modificaciones a lo largo de la historia; ya no son como en la época prehispánica, por ejemplo, ahora se utilizan hojas de plátano que en ese entonces no había.
Sin embargo, la idea básica de la gastronomía parte del maíz, y más que sirvan de ofrenda ritual, los tamales siguen manteniendo ese sincretismo con la fiesta de la Candelaria, que seguramente coincidía con alguna fecha del calendario mesoamericano.
Valor cultural
El maestro indicó que estas tradiciones, enmarcadas por la ritualidad y la gastronomía, tienen un valor cultural muy importante que ha sobrevivido al paso del tiempo, ya que son elementos muy fuertes con los que se identifican miles de personas en lo que respecta al patrimonio cultural.
A veces, sin saberlo, sí hay una parte cercana del patrimonio cultural a las personas, y es justamente lo que tiene que ver con la gastronomía, por eso tiene mucha importancia en la identidad cultural.
Porque, además, estos momentos de celebración ya no se realizan en función de que haya una buena cosecha o para que llueva más, sino que marca hitos en la vida cotidiana que tienen que ver con la cuestión familiar y social.
El especialista indicó que todos los elementos del patrimonio cultural que se siguen manteniendo, es porque siguen sirviendo a los que lo practican. Como todo en la cultura, los elementos también son dinámicos, van cambiando, agregando y quitando, pues nada es como era originalmente.
Un ejemplo claro es la elaboración de los tamales, un platillo de origen prehispánico, que en su forma, embalaje e ingredientes han ido cambiando, ya que actualmente lleva elementos que no hubieran imaginado los pueblos mesoamericanos, como en lo que respecta a la carne de puerco, las aceitunas, las pasas, la hoja de plátano, la almendra y el tomate mismo.
Incluso hay diferencias muy marcadas entre los tamales que se elaboran hoy día a los que se hacían a mediados del siglo pasado, debido a los ingredientes, su envoltura, o bien, la fortaleza de una fiesta que ha ido variando, pues en algunos casos -en ese entonces- era muy poco común partir la rosca de Reyes, tradición que vino del centro de México y que hoy está completamente arraigada.