Cada 22 de agosto se conmemora el Día Mundial del Folklore, fecha que se instauró en 1960 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco); con el objetivo de reconocer y preservar la diversidad cultural de los pueblos, en México y Chiapas, la danza folklórica es un legado vivo que une generaciones y fortalece la identidad comunitario.
El término “folklore”, que significa “sabiduría del pueblo”, fue acuñado por el arqueólogo británico William John Thoms en 1846 para referirse a los saberes, costumbres, creencias, expresiones artísticas y tradiciones que se transmiten de generación en generación.
El propósito de este día es reconocer y preservar la diversidad cultural de los pueblos, así como resaltar la importancia de la tradición oral, la música, la danza, los trajes típicos y las celebraciones que dan forma a la identidad de cada nación.
El folklore en México y Chiapas
En México, el folklore está profundamente ligado a la danza.
Expresiones como el Jarabe Tapatío, los Sones de Jalisco, las Danzas de los Viejitos de Michoacán o las Calabaceadas del Norte son símbolos nacionales que combinan música, vestimenta y narrativa comunitaria.
En Chiapas, la danza folklórica tiene un lugar especial con el Baile de los Parachicos en Chiapa de Corzo, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
Además de expresiones como la Danza del Calalá en Suchiapa y los bailes tradicionales de comunidades zoques, tzotziles y tzeltales, que transmiten historias ancestrales, respeto a la naturaleza y celebraciones religiosas.
La danza folklórica no es solo entretenimiento, es forma de resistencia cultural que mantiene vivas las raíces indígenas y mestizas, y que a la vez se reinventa en escenarios nacionales e internacionales.
En este contexto, Marisol Hernández Balbuena, quien baila danza folklórica desde hace 12 años en Tuxtla Gutiérrez, destacó el orgullo que presenta este género en su vida personal.
“Es un día de orgullo, porque reconoce el esfuerzo de quienes dedicamos nuestra vida a preservar nuestras tradiciones. Bailar folklore no es solo aprender pasos, es entender el origen, la historia y el sentido de cada movimiento, cada vestuario y cada música”, explicó.
Para Hernández Balbuena, el folklore ha sido una “escuela de vida”, allí ha aprendido disciplina, amor por su tierra y respeto por las comunidades que comparten la tradición.
“Es importante que las nuevas generaciones se acerquen a este género. En un mundo tan globalizado, muchos jóvenes consumen solo lo extranjero y se olvidan de lo nuestro. El folklore nos recuerda quiénes somos, de dónde venimos y lo valioso de nuestras culturas. Además, bailar folklore une a las familias y fortalece la identidad colectiva”, agregó.
Finalmente, señaló la importancia de cuidar las tradiciones y enseñar a niños y niñas el orgullo que representa este género para la cultura.
“El folklore no es cosa del pasado, es parte de nuestro presente y nuestro futuro”, concluyó.