Domingo de Ramos: llamado al amor y a la solidaridad

La comunidad católica de Tuxtla Gutiérrez se congregó este domingo en la Catedral de San Marcos, ubicada en el corazón de la capital, para celebrar la misa del Domingo de Ramos, oficiada por el monseñor Rodrigo Aguilar Martínez. Entre oraciones y un llamado a la compasión, dicha celebración eucarística marcó el inicio de la Semana Santa.

A pesar del calor, decenas de personas acudieron a la Catedral de San Marcos, algunos con ramos de palma en mano, otros entretejidos con flores, cruces o listones rojos. Pero todos con un mismo fin: conmemorar esta fecha trascendental en la vida católica.

En el altar, monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, obispo de la Arquidiócesis, inició la misa con una procesión simbólica en recuerdo a la entrada triunfal de Jesús, en Jerusalén. Con voz pausada pero firme, monseñor pidió a los presentes vivir esta semana con un corazón abierto y dispuesto al servicio.

Durante su homilía, Aguilar Martínez centró su mensaje en la figura de Simón el Cirineo, el hombre que ayudó a Jesús a cargar la cruz. “Seamos como Simón, carguemos la cruz de los demás. Aprovechemos esta semana no solo como un descanso, sino como un tiempo de reflexión, para acercarnos más al Señor y seguir su palabra como verdaderos discípulos”, exhortó.

Acompañar al prójimo

Asimismo, Aguilar Martínez recalcó que la verdadera celebración de Semana Santa es el amor de Dios por sus discípulos, y la actitud que debemos mantener desde el Domingo de Ramos es la de acompañar a Cristo en su cruz para gozar de su resurrección.

El llamado a la empatía y la acción resonó en las paredes de la catedral y en los corazones de los fieles. “Atendamos a los enfermos, a los necesitados, a los que sufren. Seamos comprensivos, vivamos nuestra fe desde el amor y la solidaridad”, mencionó el obispo.

La misa transcurrió con solemnidad, entre cantos litúrgicos, oraciones y la tradicional bendición de los ramos. El olor fresco de la palma impregnaba el ambiente, mientras las manos se alzaban con fe para recibir el agua bendita.

Algunos fieles se persignaban, otros cerraban los ojos en oración silenciosa. Padres con hijos, ancianos, jóvenes, todos reunidos por una misma fe. Al final de la misa, monseñor invitó a los asistentes a no dejar que esta semana pase desapercibida. “Cristo camina con nosotros, y nosotros debemos caminar con Él”, dijo antes de impartir la bendición final.

“Dejemos que el Señor Jesús entre triunfante como Rey, ya no en Jerusalén, sino en nuestros corazones”, concluyó Aguilar Martínez.