Eduardo Ramírez Aguilar, antes del tiempo político

Acompañándolo en todo momento, están su esposa Sofía Espinoza y sus hijas Yazmín, Renata y Grecia. CP
Acompañándolo en todo momento, están su esposa Sofía Espinoza y sus hijas Yazmín, Renata y Grecia. CP

Antes que político, Eduardo Ramírez Aguilar enfrentó circunstancias que marcaron su visión humanista del mundo; fue testigo de la lucha de clases y el desarrollo de un Chiapas de finales de siglo pasado.

A unos días del primer año de su gestión, esas referencias conocidas en su primera infancia se convirtieron en la bandera para enfrentar las batallas de un gobierno caracterizado por el humanismo.

Estos estandartes que fueron retratados en el Plan Estatal de Desarrollo cumplen un primer periodo de resultados donde la seguridad es palabra cumplida y se tienen avances, lo mismo que retos en otras áreas.

Origen

El origen ideológico de la política pública gubernamental de Chiapas, deberá encontrarse en Eduardo Ramírez, el humano.

El mandatario estatal vio la luz del mundo en una familia de clase media en Comitán, municipio pujante e inmerso en la cultura popular.

En repetidas ocasiones el titular del Ejecutivo ha narrado que a los cinco años de edad vio a un grupo de policías desalojar a una mujer pobre e indígena cuando vendía algunos productos.

Tiempos después, en esta primera infancia el propio gobernador trabajaba en las calles vendiendo artesanías; en esa etapa de su vida las complicaciones sociales marcaron su visión.

Con ese tesoro anecdótico formalizó sus estudios y también interés por la literatura de disfrute y la de contenido ideológico que le permitió conocer la socialdemocracia en su formación profesional.

Ahí el Materialismo Histórico fue fundamental para construir una visión de gobierno que colocó al centro de la política pública al ser humano.

Ambas expresiones han sido narradas por su amigo y compañero, el secretario de Educación en Chiapas, Roger Mandujano.

Había nacido la visión de gobierno de un espigado político, de peinado engomado, piel morena, pantalones fuera de moda y sonrisa natural que disimulaba una gran decisión que solamente podía observarse cuando se le notaba apretar las mandíbulas.

En todas las etapas de sus participaciones políticas apostaba por el humanismo como columna vertebral de ejercicio político, pero también en casa.

La familia

Así lo narró su propia esposa, la señora Sofía Espinoza quien recordó que cuando más jóvenes salían a correr, incluso ella estando embarazada, su esposo la cuidaba y repetía: “se te va salir esa niña, ve despacio”.

Dijo que el mandatario en casa es un hombre que había entregado los domingos a la familia, que eran en casa, pero ahora tiene una licencia especial, pues muchos fines de semana tiene que trabajar y pospone algunas actividades con sus hijas, pero siempre acomoda las cosas para poder cumplir con su papel de padre.

El gobernador

En este sentido, el propio mandatario reconoció los retos de Chiapas, donde todos los días amanece una nueva oportunidad pero a veces también problemas.

Ahí de nuevo, en el trajín del ejercicio político reconoció que la gente es el centro de su gobierno, escucharlos y conocerlos tiene que ser prioridad.

Esto habrá de quedarle cada vez más claro a su Gabinete que ha sufrido cambios por ajustes para garantizar la lucha contra la corrupción y malos ejercicios.

Asimismo, los grandes retos que aún permean en Chiapas en rubros como salud, economía, justicia, entre otros.

“Estamos echándole ganas, este año vamos muy bien y vamos a seguir trabajando (…) yo no gobierno mandando, lo hago escuchando a la gente, quiero que la gente siempre me diga lo que necesita”, dijo el gobernador Eduardo Ramírez Aguilar.