El agridulce final de la Fiesta Grande

La fiesta cultural de Chiapa de Corzo cerró con una afluencia del 50 por ciento más de danzantes de parachicos, comparado con años previos a la pandemia; no obstante, el cambio de sede de los locales de la feria impactó la economía de varios comerciantes que solicitarán el reembolso del arrendamiento.

Para el investigador chiapacorceño, Mario Nandayapa, el efecto de la festividad tiene dos rangos: el tradicional y el comercial, “esta doble función la ha tenido desde tiempos prehispánicos”, y agregó que este año aumentó la afluencia de danzantes foráneos.  

Reorientación original de la danza

“Fue formidable, estamos hablando de un 50 por ciento de incremento”, y destacó que, al menos, ocho grupos de “chuntá” se crearon en este 2023. “Observé un consenso de la misma población de retomar el camino viejo”, es decir, de abrigar el significado antiguo, que no es nada más vestir como mujeres, pues explicó que varios grupos se hicieron llamar autóctonos o legítimos volviendo a vestirse “como era la usanza”. 

Nandayapa dijo que esta práctica es muy sana para la población y recordó el caso de la pandilla “Changuti” del barrio de San Antonio Abad, que tiene entre sus normas no quitarse la máscara durante el recorrido ni danzar sin ella. 

“No se visten de manera estilizada”, además este año la población también rescató el tradicional combate de confeti. 

Por otro lado, explicó que existe una parte negativa de la afluencia de personas, pues se fomenta la aculturación, que es la integración de elementos externos a la festividad. “Es un proceso que se tiene que dar, pero en estos casos se acelera”.

Otro factor perjudicial es que muchos visitantes acuden solo para ingerir bebidas embriagantes, “pero lo que pasa, como en toda la nación, es que no hay un observatorio de los procesos culturales”, lamentó. 

La población generó resistencia por el cambio de sede de la feria, pues se destinó un terreno sobre la carretera internacional donde el Ayuntamiento de Chiapa de Corzo cobró a cada comerciante entre 10 y hasta 30 mil pesos por ocho días. 

Nandayapa sostuvo que es muy temprano para evaluar los efectos, que “seguro no fue positivo”. Aunque justificó que Protección Civil haya liberado la plaza central por un tema de seguridad, dijo que “faltó criterio y planeación; los cambios repentinos no son sanos, mucho menos para Chiapa de Corzo que tiene una alta resistencia cultural”. 

En el caso de Adrián, que colocó un brincolín en la nueva sede de la feria, invirtió 15 mil pesos y pagó 10 mil al Ayuntamiento, sin recuperar la mitad del último monto. Además de una queja ante el gobierno municipal, solicitará el reembolso. 

Tres generaciones de las cocineras tradicionales de Oaxaca han acudido cada año a la Fiesta Grande, pero dicen que este año estuvieron muy bajas las ventas, con 10 platillos por día.

Lo mismo ocurrió con “las coletas” y los vendedores de fresas con crema. Mari, que llegó desde Puebla a vender calcetas, con mucha tristeza dijo que le fue muy mal, mientras sacudía su mercancía del polvo arrastrado por los fuertes vientos de enero. 

Doña Lupita, que vende jocote, mango, nanche y membrillo curtido, recordó que otros años vendió hasta 20 cubiertas de las diferentes frutas fermentadas, pero este año solo vendió seis. 

Contrario a todos los testimonios anteriores está el de don Kiko, del equipo de los juegos mecánicos; “no me puedo quejar”, comentó a Cuarto Poder con una gran sonrisa de la buena remuneración que obtuvieron. Lo mismo le ocurrió a Manuel, quien colocó un puesto de cervezas y micheladas.