En el taller de balconería se realizan todo tipo de trabajos artesanales que ante la competencia desmedida de negocios que producen en grandes cantidades, este oficio ha luchado por no dejar de lado el trabajo hecho a mano con minuciosidad y que llegado el momento o la necesidad se hereda al hijo mayor de la casa.
Balconería, es un término que en su etimología procede del sustantivo “balcón” y del sufijo “ería” que indica pluralidad o colectividad.
En el taller se crean trabajos coloniales, puertas, ventanas, protecciones y estilos minimalistas por encargo, los cuales se pueden elaborar en un día o hasta en un mes, expresó Chamé de la Cruz Miguel Ángel.
Las piezas coloniales, son figuras de fierro elaboradas manualmente o a calor, que pasan por diversos procesos como cortar el fierro, enderesarlo, calentarlo en fragua y meterlo a un molde para darle la forma deseada.
Todo esto es un proceso largo y tardado que quita tiempo ya que tarda de una a dos semanas, se usa regularmente para adornar puertas y ventanas, y se pegan con soldadura.
Para desarrollar este oficio son necesarias diversas herramientas como el arco de segueta, martillos, fragua, cinceles, pulidoras, soldadora, limas, desarmadores, guantes y careta para soldar, por mencionar algunos
Ubicado en la 2a. Avenida Sur Poniente 310 de la colonia Francisco I. Madero en Tuxtla Gutiérrez, el taller de Chamé, “el balconero” ofrece este servicio desde hace más de 15 años y ha comenzado a consolidarse como un negocio familiar.
De padres campesinos, pero muy trabajadores y en su afán de superarse para darle lo mejor a su familia, Chamé de la Cruz Miguel Ángel se inició desde los ocho años en este oficio que practicaba durante sus ratos libres al término de sus clases de primaria.
Al concluir sus estudios de preparatoria, Miguel Ángel consideró que era necesario ir haciéndose de más experiencia en este oficio del que ha vivido por años.
Chamé a sus 40 años de edad, explicó que desde hace 20 años que se dedica al oficio ha visto cómo ha crecido la demanda y el surgimiento de talleres que no ofrecen el trabajo de herrería artesanal, cuyo proceso es laborioso.
Lamentó que en la actualidad este estilo pareciera estarse perdiendo debido a que la gran mayoría de los nuevos negocios cumplen con la demanda requerida y se especializan en trabajos generales o producciones a gran escala como los artículos que se ofrecen en tiendas especializadas donde ya se manufactura en serie o los negocios de ventanas de aluminio.
Ante el incremento en los precios de los materiales, aunado a la competencia desleal de quienes trabajan sin pagar los debidos impuestos, asegura que su trabajo se ha visto afectado impactando en su economía, sin embargo, no desiste.
“Hay mucha competencia, tenemos uno y otro taller, y algunos de ellos no están pagando sus impuestos”, señaló.
Cuando hay trabajo, aseguró, logra alcanzar mensualmente alrededor de cinco mil pesos con la ayuda de Yahve Chamé, su hijo mayor, quien lleva ya dos años en el oficio. A las tareas también se suman los más jóvenes Giancarlos, Pedro y José, que ayudan de una u otra forma en las actividades de su padre y de su hermano mayor.
Hoy en día son poco los talleres donde se pueden hacer de una manera más cuidadosa y con tiempo, balcones, puertas, protecciones y ventanas artesanales, y aunque su clientela ha cambiado con el transcurrir de los años, todavía hay personas interesadas en productos con un estilo colonial, pero sobre todo de buena calidad.