Entre los puestos de la 1ra. y 4ta. Sur y de la 1ra. Oriente de la capital chiapaneca, Marta Pérez Pérez, de 56 años de edad, despliega con dedicación un producto único: el chapay, fruto de una palma arecácea que solo brota en los meses de noviembre a abril.
Con 38 años vendiendo, Marta se ha convertido en custodio y comerciante de este alimento ancestral, el cual es un producto arraigado en la dieta y la medicina tradicional del sureste mexicano.
“El chapay es un regalo de la selva. Es dulce, nutritivo y solo lo tenemos fresco unos meses al año”, explica la vendedora, mientras muestra las bolsitas de este fruto ovalado, el cual es vendido a 25 pesos.
Proveniente de zonas cercanas a Malpaso, su recolección implica un esfuerzo titánico: “Los chapayeros caminan hasta tres horas por la montaña para poder cortarlo, luego hay que cargarlo en bultos, lo cual no es fácil, por eso el precio”, detalló.
Este alimento crece en racimos colgantes de palmas silvestres, se consume fresco, en dulces artesanales o como ingrediente en platillos típicos.
“En Semana Santa muchas familias lo prefieren para evitar la carne. Se capea con huevo, se hierve o se mezcla en caldos”, detalla Marta. Destaca sus usos medicinales, “el agua de su cocción sirve para aliviar inflamaciones o controlar el azúcar. Es un secreto que nuestras abuelas nos heredaron”.
Alimento escaso
Aunque el chapay es un símbolo de identidad, su disponibilidad se reduce cada año. “La palma tarda en dar frutos y los jóvenes ya no quieren adentrarse a la selva para recolectarlo”, lamenta la vendedora.
A esto se suma la competencia de productos industrializados, ya que “muchos prefieren lo rápido, pero el chapay es natural, sin químicos, es nuestra esencia”, insiste.
Para Marta, su oficio es un puente entre lo rural y lo urbano. “Cada bolsita lleva el sudor de los recolectores y el sabor de nuestra tierra”, afirma.
Y aunque reconoce que la demanda ha disminuido, celebra que aún existan clientes fieles. “Los abuelitos lo buscan para recordar su infancia y los médicos tradicionales lo recomiendan”.
Con la temporada de chapay, que está por terminar en abril, Marta reflexiona: “si no valoramos estos alimentos, se perderán. No es solo un fruto, es historia viva de Chiapas”.