El chocolate artesanal, orgullo de Tuxtla Chico
Josefina Laparra Castañón, comerciante y productora de chocolate. Ramón García / CP

El chocolate de Tuxtla Chico se ha convertido en el orgullo de este pueblo, considerada como la “bebida de los dioses”, no solo nutre, da fuerza y vigor sino también sabiduría y placer, es el icono de esta ancestral tierra y la calidad y sabor lo han proyectado hasta llegar a Europa, donde la demanda es alta; el cacao ha sido tan importante para esta región que también fue utilizado en sacrificios y como moneda adquisitiva.

Una de la exponentes del chocolate artesanal tradicional de generaciones de Tuxtla Chico es doña Josefina Laparra Castañón, pequeña comerciante, hija de productores y a quien le fue encomendada la tarea de continuar con la tradición chocolatera que llevo a ella y su familia por los rincones de México y de Europa, donde se reconoció el incomparable sabor del chocolate de Chiapas.

Entrevistada en su domicilio muy conocido en el Centro de Tuxtla Chico, “Doña Chepi” nos relata la enorme satisfacción de ser una de las principales expositoras y comerciante del chocolate en Tuxtla Chico, recuerda con agrado las grandes satisfacciones por haber participado en concursos, en Chiapas, en la Ciudad de México como en Italia y Francia, donde ha expuesto y ganado esas competencias con el inigualable sabor del chocolate de Tuxtla Chico.

Doña Josefina es la chocolatera más conocida en la región y quizás en Chiapas, se refiere a este como un regalo de los dioses a los hombres, rememorando la historia Quetzalcoatl, su orgullo es haber sido reconocida ampliamente por gobierno de Chiapas y gobiernos municipales de Tuxtla Chico, lo que le permitieron llevar el producto a exposiciones nacionales y europeas.

Heredera de la tradición que su abuela y su madre forjaron en ella, aunque en Tuxtla Chico recientemente se realizó un importante evento relacionado con el Chocolate, extrañamente los organizadores se “olvidaron” de invitarla, pero para ella no es trascendente esa omisión aunque lamentó ese hecho.

Sin embargo, señala que los chocolateros de Tuxtla Chico deben unirse y con orgullo relata que a su casa llegan muchos personajes importantes, ya sea para saborear una taza de chocolate o comprar el producto, manteniendo siempre el registro de sus visitantes en un libro que guarda celosamente.

Afirma que no hay más secretos para un buen chocolate que el amor que se le tiene a esta actividad, escoger los mejores granos de cacao criollo, el cuidadoso proceso de tostado en comal, el molido artesanal y la combinación con azúcar, canela y en algunos casos cacahuates y almendras que dan el característico sabor a este producto que lleva a los hogares alegría y felicidad.