Rafael Ramos Trujillo tiene una profesión, un oficio y un hobby (pasatiempos): Profesor, peluquero y coleccionista de antigüedades.
Su vocación, cuenta, es la de profesor, y después de impartir clases durante 35 años se jubiló y se dedicó a la tradición familiar de cortar cabello en su vivienda ubicada en el centro de San Cristóbal de Las Casas y a coleccionar lo que le ofrecen.
“Tengo de todo: Radios, consolas, tocadiscos, relojes, planchas, llaves, monedas, billetes, bicicletas, máquinas de coser, cuadros, fotografías, cofres para guardar ropa, y muchas otras cosas”, dice. “Todo es antiguo”.
“La pieza más antigua que tengo es un reloj ferrocarrilero que funciona todavía. Tiene más de 200 años”, cuenta.
Entrevistado en su peluquería, cuenta orgulloso que también tiene otros relojes de 200 años, que todavía funcionan también. “Son relojes de bolsillo, ferrocarrileros, y tengo electrónicos, vitrolas, consolas, tocadiscos. Muchas cosas”.
Remarca: “Relojes tengo como mil. Y en total como cinco mil piezas. Sí, me gusta coleccionar, es mi hobby. Empecé desde que era joven”.
Recuerda: “La primera pieza que coleccioné es un radio de baterías que usaba acumulador; es antiguo completamente. Y de ahí, poco a poco empezó a aumentar la colección. Me gustan las cosas antiguas. Desde niño, pero que estén buenas”.
-¿Cómo ha hecho para coleccionar tantas piezas?
-Me las traen, voy a bazares o quienes me conocen me avisan y voy por ellas. Es un pasatiempo y a la vez rescate de todo lo bueno que hubo, porque ahora todo es basura, ya no tiene durabilidad. Tengo máquinas de escribir. Tengo una remington de hace 150 años; cámaras fotográficas.
De entre todos lo que ha coleccionado considera que la pieza más extraña que casi no se ve es un teléfono de hace más de 50 años, pero que está “como nuevo. Se usaba en San Cristóbal. Tengo otros que se veían en las películas de Pedro Infante”.
-¿Recuerda alguna anécdota en el proceso de colección?
-Un reloj de pared me lo dio una persona que me dijo: ‘Te voy a vender mi reloj que quiero mucho porque ya me voy’. Así me dijo. Pensé que se iba de viaje, pero no, murió al poquito tiempo. Casi me lo regaló. Me lo dio barato y funciona bien. Es de cuerda.
Con tristeza, afirma que “hay gente que tira las cosas viejas. Sobre todo cuando se va de aquí. He comprado muchas cosas de gente que se va. Tengo dos órganos de más de cien años que no tocaban porque las ratas habían comido el cable. Ya los arreglaron y están funcionando”.
-¿Qué hará con todo esto?
-Nada. Esto es casi un museo. Me sirve para mi trabajo. Le gusta a la gente. Corto pelo desde hace 40 años. Y me gusta, soy profesor de educación primaria, pero ya estoy jubilado. Di clases 35 años en la Escuela Lázaro Cárdenas y trabajé en Navenchauc, municipio de Zinacantán. En la mañana estaba en la escuela y en las tardes aquí. Ahora que estoy jubilado me dedico de lleno a cortar pelo. Me gusta. Mi vocación era la docencia; era mi profesión y el corte de pelo, mi oficio.
Lo que más le gusta de todo lo que ha coleccionado, dice, “son los relojes; me encantan. Tengo diez que uso; éste que llevo puesto es de oro. Es antiguo, de más de cien años; de cuerda. Es suizo”.
Insiste: “Es muy bonito eso de la coleccionada. Tuve un vehículo Volkswagen Sedan que reconstruí, pero lo vendí porque se me estaba oxidando, pues casi no lo sacaba. Era modelo 1960. Casi de los primeros. Lo dejé casi nuevo. También tengo armas: Pistolas, rifles, escopetas, espadas, pistolitas de las que hacían aquí antes”.
Comenta que máquinas de cortar pelo también tiene muchas. “Unas de hace 50 años que usaba mi papá porque él también cortaba pelo. Se llamaba Antonio Ramos Coronel, y mi abuelo también era peluquero, y mi bisabuelo también. Yo les he enseñado a mis hijos, pero como son profesionistas se dedican a su carrera”.
Además, tiene muchos libros; una biblioteca grande. “Poco a poco lo he ido comprando todo. Más de 35 años llevo coleccionado y sigo comprando. Viene gente a ver las cosas, les gusta, hasta a turistas les llama la atención. Tengo cuartos enteros llenos”.
Agrega: “Hay mucho que coleccionar. Si no hubiera alguien que lo comprara, estas cosas ya no existirían. Esa es la importancia de esto. Pueden venir a ver quienes gusten. Discos, acetatos y cassettes tengo muchos. Una máquina registradora de las que se usaban en los bancos”.
Concluye: “Invito a los que quieran venir a conocer, todos son bienvenidos”. Su local está sobre la avenida Crescencio Rosas, casi frente al local del Club de Leones.