El costo invisible de la tecnología

El costo invisible de la tecnologíaEl problema no es la tecnología, sino el uso abusivo y sin pausas. Diego Pérez / CP

El teléfono móvil se ha convertido en una extensión del cuerpo humano, pero su uso excesivo podría estar cobrado una factura silenciosa. El oftalmólogo Carlos Méndez Ortega advirtió que pasar horas frente a la pantalla puede provocar daños físicos significativos que, de no atenderse, pueden ser irreversibles; mientras enfatizó en la medidas preventivas para asegurar una salud visual y física a largo plazo.

Señaló que la consulta por fatiga ocular, visión borrosa y dolor de cabeza ha aumentado de forma considerable en los últimos años.

“La exposición prolongada a pantallas provoca lo que llamamos síndrome visual informático. Esto incluye resequedad ocular, visión doble, dolores de cabeza y, en casos graves, aceleración de problemas como la miopía. La luz azul que emiten los dispositivos también altera los ciclos de sueño y puede generar insomnio”, explicó.

Efectos en la salud

Pero los problemas no se limitan a los ojos; el uso constante de teléfonos y tabletas suele implicar posturas inadecuadas, encorvamiento de espalda y tensión en cuello y hombros.

Mantener la cabeza inclinada hacia el celular durante largos periodos ejerce una presión equivalente a más de 20 kilos sobre la columna cervical. Por otro lado, destacó que la consecuencias comunes del uso excesivo de dispositivos móviles son: fatiga y resequedad ocular, dolores de cabeza y cuello, aumento de miopía y astigmatismo, y alteraciones del sueño y fatiga crónica Aunque reconoció que existen personas que por diversas cuestiones, trabajo o escuela, deben permanecer conectados a algún dispositivo, enfatizó en las medidas para la prevención de algún daño.

Medidas preventivas

“Se deben realizar pausas visuales cada 20 minutos, mirando un objeto a 6 metros durante 20 segundos, ajustar el brillo y contraste de la pantalla para reducir la fatiga ocular, mantener el dispositivo a la altura de los ojos para evitar tensión cervical y limitar el uso de pantallas antes de dormir para no alterar el ritmo circadiano”, subrayó. Asimismo, afirmó que el problema no es la tecnología en sí, sino el uso abusivo y sin pausas.