El pasado 17 de mayo se celebró a San Pascual Bailón. En el templo ubicado en el centro de la capital se aglutinaron cientos de fieles a esperar la tradicional salida del carretón.
El recorrido inicia cuando se termina de recibir a las mayordomías zoques y a los visitantes de todo el estado.
La iglesia de San Pascual Bailón, es considerada la única iglesia católica, apostólica, ortodoxa e independiente de Latinoamérica, en donde aún se conservan las tradiciones de la antigua iglesia universal romana, como dar las misas en latín.
Para entrar las mujeres tienen que portar una mantilla en la cabeza, que les prestan en la entrada en caso de no llevar una.
La réplica de los restos de San Pascual, es limpiada como cada año y, vuelta a la carretilla para ser paseada en medio de un tumulto de creyentes.
Para los fieles que llegan cada año, esta es una tradición que se transmite por generaciones. La fiesta se celebra desde 1959.
Lo que aceleró su canonización fue el extraordinario suceso durante su funeral. En la medida en que la hostia fue elevada durante la Consagración, su cabeza se levantó y sus ojos se abrieron para adorar la Eucaristía por última vez en la tierra. Su cuerpo no mostraba signos de descomposición.
Algunos golpeteos ocasionales se escucharon en su tumba y esto sucedió en varias ocasiones por siglos.
Sus biógrafos estudiaron estos golpeteos y llegaron a la conclusión de que tienen un algún significado presagioso.
Fue beatificado en 1618, antes de San Pedro de Alcántara, fundador de la orden, quien murió 30 años antes que él. Fue canonizado en 1690. El papa León XIII declaró a San Pascual Bailón Patrono de todas las Obras, Sociedades y Congresos Eucarísticos en el año 1897.
Los presentes señalan que el santo les ha concedido milagros de todo tipo, desde curaciones de enfermedades difíciles, hasta liberaciones de trabajos de brujería que le han hecho sus enemigos.
Cuando el carretón regresa al altar, cientos de personas ya están formadas con sus ramos de albahaca en mano, para ser “rameadas” con las hierbas y liberarse de los malos espíritus.
Aunque estas prácticas no son difundidas por la orden religiosa, sí las permite porque son parte de la tradición zoque que no ofenden a nadie y mucho menos a Dios; además, no son considerados rituales paganos, sino actos de devoción hacia el santo.
Pascual Bailón Yubero, nació en Torrehermosa, un pequeño pueblo de la provincia de Zaragoza, el 17 de mayo de 1540.
Llevó una vida sencilla y de trabajo desde la infancia para ayudar económicamente a su familia, personas muy pobres. Desde los siete u ocho años inició su oficio de pastor de ovejas.
Siempre tuvo la ilusión de servir a Dios, cuando tocaban las campanas de la iglesia, él se hincaba en los campos para venerar la hostia sagrada; para él, el mejor regalo era ir a misa entre semana.
Ya de joven, pidió ingresar a la orden de los Franciscanos, pero por su falta de preparación académica se lo negaron. Hasta los 25 años pudo ingresar a una de las órdenes menores, donde desempeñó oficios humildes y sencillos como cocinero, barrendero y mandadero. No obstante, era feliz pues pasaba horas rezando ante el sacramento del altar.
Murió el 17 de mayo de 1592 a los 52 años de edad.