Con una pared tapizada de fotos y diplomas, además de filas de hombres y mujeres que acuden a solicitar sus servicios o conseguir piezas para sus máquinas de costura, se haya un pequeño local ubicado en el corazón de Tuxtla Gutiérrez.
Ahí se encuentra Ramón Estudillo, oriundo de la ciudad de Villaflores, quien cuenta que gracias a un conocido que le ofreció trabajar en la empresa Singer, comenzó a dedicarse a la reparación de máquinas de costura. “Desde 1979 estoy en esto, desde que era yo un chamaco”, comenta.
“Desde que salí de la escuela me dediqué sólo a esto, no me querían aceptar porque aún era menor de edad, pero mi amigo habló a la empresa y me aceptaron; a los dos meses ya estaba recibiendo capacitación en la Ciudad de México”, explica emocionado.
Tiene dos estantes atiborrados de máquinas de costura, de las cuales comenta que compra y deshuesa, pues aprovecha las piezas debido a que ya están descontinuadas, “muchas ya no las producen, sólo crean de modelos recientes”, replica.
Mientras baja un diploma de los años 80 y muestra que tiene una credencial en la cual dice: “Mecánico de la Familia Singer”, explica orgulloso que sabe reparar máquinas muy antiguas, pues fue lo primero que aprendió en sus cursos iniciales, destacando que cada máquina requiere de un servicio diferente.
Cuenta que trabajó para esa empresa durante 35 años, mientras su hijo Carlos replica bromeando: “Y no te jubilaron”. Agrega que su papá es de las últimas “camadas” de los que trabajaron y se capacitaron ahí, pues en 1995 entraron en crisis, y “en 2002, Singer México quebró, dejando fuera a técnicos, quedando puros distribuidores”.
Don Ramón explica que la mayoría de sus compañeros reparadores ya han fallecido, “y yo estuve a punto de irme con esto del covid”, dice, añadiendo que aparte de las bajas ventas que se presentaron por la pandemia, su vida estuvo en riesgo hace “un mes, entre el Poliforum y el Seguro, y cuatro meses utilizando oxígeno”.
“Ahorita todo está volviendo a la normalidad”, relata mientras enseña el suelo del local, prácticamente intransitable, con un pasillo de paso repleto de máquinas de costura.
Carlos agrega que son los que más años tienen trabajando en la ciudad, y quizás en el estado, pues no ha tenido noticias de los reparadores de Tapachula y Comitán.
El técnico cuenta que desde que nació su hijo aprendió el trabajo, siendo él su principal maestro. Y finaliza subrayando que lleva trabajando en la misma calle desde hace 32 años.