La comunidad de El Romerillo, municipio de San Juan Chamula, celebra a sus difuntos de una manera única en este camposanto lúgubre, con una atmósfera alborozada y colorida, pues “la fiesta de las almas” es de las más esperadas para muchos tsotsiles de la zona Altos.
Desde el primero de noviembre, familias indígenas arriban a decorar las tumbas de sus difuntos, donde, según la creencia tsotsil, las almas llegan caminando para disfrutar las ofrendas que les han dejado.
Preparan todo
Limpian los caminos de tierra y colocan flores de cempasúchil en cada tumba, también adornan las 22 cruces de madera que distinguen a esta comunidad y que representan 25 localidades que tienen enterrados a sus muertos en este cementerio.
Aquí se respira quietud, por lo que las entrevistas son limitadas, sin embargo, Mario López, de Zinacantán, comparte que aquí tiene enterrados a sus padres y abuelos.
“Como cada año vengo a dejarles una ofrenda y a conectarme con ellos; mis padres me dejaron desde niño y he crecido extrañándolos a más no poder, pero sé que están bien y pronto los alcanzaré”, dice con nostalgia.
“Este centro ceremonial se construyó en un cerro donde son sepultados habitantes de El Romerillo y de pueblos aledaños, además este lugar estaba habitado de monos y otros animales, y cuando los habitantes quisieron levantar las cruces éstas caían”, comparte a este medio.