Teresa de Jesús Velasco Castañeda es una sobreviviente de cáncer de mama cuyo diagnóstico llegó en noviembre de 2024 luego de una mastografía realizada durante una campaña gratuita de la Caravana Rosa. Tras un inesperado resultado y meses de procedimientos médicos, hoy comparte su historia para inspirar a otras mujeres a no postergar sus chequeos médicos, destacando la prevención y detección oportuna como medidas que salvan vidas.
“Me llamaban y no contestaba porque no reconocía el número. Hasta que me mandaron mensaje para decirme que mi mastografía había salido con un Birads 4, ya sabía lo que significaba”, recordó.
A pesar de llevar una vida saludable, practicar yoga y no tener antecedentes familiares directos, el cáncer apareció silenciosamente: sin dolor, sin cambios visibles y con un tumor de apenas 1.5 centímetros.
Una decisión de vida
Tras los estudios realizados en Fucam, le confirmaron la necesidad de practicarse una mastectomía, eligiendo una cirugía radical acompañada de extracción de ganglios linfáticos.
“Mi vida vale más que 300 gramos de grasa. No me aferro a mi cuerpo, me aferro a vivir”, afirmó.
La cirugía se realizó el 13 de febrero. No estuvo exenta de complicaciones: alergias a medicamentos y problemas de cicatrización, fueron parte del proceso, complicando la recuperación. Sin embargo, rodeada del apoyo de su médico cirujano, familia y personal de salud, logró superarlo.
En abril inició quimioterapias en el Issste, contemplando cuatro sesiones, cada 21 días. “No es fácil, pero era mi tabla de salvación”, aseguró.
Además, enfatizó en el acompañamiento y atención recibidos por el personal de salud, quienes en todo momento le externaron su empatía y aprecio, lo que le dio fortaleza para enfrentar la enfermedad.
“Cuando se está enfermo eso es lo que necesitas: empatía. Ellos no me apapachaban pero siempre estaban al pie, demostrándome su solidaridad”, afirmó.
Actualmente continúa con un tratamiento de supresión hormonal, ya que su tumor es de origen hormonal.
Impacto emocional y familiar
Ante la situación, compartir la noticia con su familia fue uno de los momentos más difíciles, pero necesarios.
“Trabajé 38 años en el sector salud, siempre me habían visto como la fuerte, la que ayudaba a todos. De repente me tocó estar vulnerable”, confesó.
Su hija fue quien la acompañó desde el primer momento y sus hermanos recibieron la noticia en momentos distintos, con empatía y apoyo.
“Me diagnosticaron en noviembre y diciembre son fechas muy especiales para todos, no quería arruinarlas, los estudios estaban en proceso. Así que pasamos navidad y esas fechas sin que ellos supieran nada”, destacó.
Un llamado urgente a la detección temprana: Teresa insistió en que el cáncer puede aparecer en cualquier momento y edad. Ella fue diagnosticada a los 69 años, rompiendo con la creencia de que existe una edad límite para la enfermedad.
“No duele, no avisa. Por eso hay que hacerse la mastografía una vez al año. No tengan miedo al estudio, ténganle miedo a no detectarlo a tiempo”, señaló.
Asimismo, reconoció la labor de instituciones como Fucam, la Caravana Rosa y el sector salud por acercar mastografías a comunidades, aunque lamentó que ya no sean gratuitas en todos los casos como antes.
“Aquí estoy, viva y agradecida”
Hoy, con sus análisis limpios y en seguimiento médico, Teresa comparte su historia para salvar otras vidas, buscando ser un ejemplo de determinación.
“Sí se puede salir adelante. No es un diagnóstico fatalista si llega a tiempo. Cuídense, tóquense, háganse estudios. La vida lo vale”, concluyó.












