Comenzó desde los siete años en el comercio en las calles de Tuxtla, Flor de María Jiménez Gordillo, quien elabora alcancías de yeso expone una triste realidad que enfrente un negocio en decadencia, las nuevas generaciones no muestran ningún interés en estos artículos, además de que la economía actual no da para ahorrar “y menos en alcancía”.
La mujer que todos los días monta su puesto en la entrada Sur del Mercado de Los Ancianos, recuerda que fue reubicada en este lugar 25 años atrás cuando fue retirada de los alrededores del Mercado Viejo, de forma irregular.
Ya instalada en este lugar recuerda haber montado un próspero negocio de venta de periódicos, revistas, juguetes tradicionales que le permitieron salir adelante, sin embargo, al paso del tiempo la mujer relata cómo estos artículos han dejado de ser de interés general para la población, las buenas ventas y ganancias han quedado en un recuerdo.
“A los siete años comencé en esto del comercio, primero en las calles luego nos venimos para el mercado, de hecho nos trajeron y llevamos más de 25 años, acá seguimos aguantando, vendiendo estos artículos como libros para colorear, juguetes, revistas, periódicos, sabemos que no podemos competir con los grandes negocios, acá la gente viene y regatea”, expone.
Como otros comerciantes locales la vendedora expone que desde la llegada de las grandes tiendas y supermercados las ventas bajaron, pero el golpe más duro fue cuando la tecnología modernizó los juguetes, la aparición de los celulares y las tablets.
Lamentablemente todos los productos que ofrece en su pequeño comercio son tradicionales, por ello han sufrido una grave caída en todos ellos, incluidos los juguetes tradicionales, los cuales no son demandados por las nuevas generaciones.
“La mella más grande son los juguetes nuevos, los que anuncian la televisión, esos son los que piden los niños, por ejemplo un libro para colorear es demandado, pero un carro, un yoyo, un trompo ya no”, expresó.
Reconocer que una situación similar ocurre con los periódicos y revistas, que vende desde hace 15 años, llegó a vender hasta mil por día, ahora “son más los que quedan que los que salen”.
Sin embargo, reconoce que gracias a este modesto negocio logró comprar una casa allá en Vida Mejor y dar estudio a sus hijos “de eso vivimos mucho tiempo eso sí, ahora todo eso ha cambiado, pero también es el paso de la tecnología, todo se hace con el celular”.
Todo ello, dice, es motivo para servir a los clientes aún mejor ya que si bien es cierto que en los supermercados todo es más cómodo “nunca se igualará por el trato directo que le damos a la gente, en eso no podrán igualarnos”.
Hasta la cultura del regateo es algo que tanto vendedores como clientes disfrutan “ese es el color del mercado, la vida, los que somos comerciantes ya sabemos que hasta nuestros mejores clientes piden descuento”.
A la par la mujer recuerda que uno de los artículos con los que comenzó fue las tradicionales alcancías, siendo los artículos que oferta la que menos demanda tiene actualmente, a pesar de que son elaboradas artesanalmente.
Estos productos son elaborados de yeso, con formas de figuras de acción o de películas modernas, aun así la población cuando la compra la usa de adorno, es decir ya no cumple con la función principal que es la de fomentar la cultura del ahorro.
De acuerdo a su experiencia una cosa lleva a la otra “la economía, está por los suelos, ya no se puede ahorrar en estos tiempos, las únicas ocasiones que se venden es cuando las desean para recuerdos o para ornato”.
Tiempo atrás recuerda que las alcancías eran utilizadas por casi todas las familias que acudían, era una tradición tener una, los padres las regalaban a sus hijos y así era de generación en generación, pero ahora también esto ha cambiado.
“Las familias ahorran en de otras formas o simplemente ya no da para eso, la gente compra menos, consume menos, entonces no alcanza para meter la moneda, el billete”, indicó.