San Cristóbal de Las Casas, fundada en 1528 como Ciudad Real, nació de una paradoja, un valle pantanoso (Hueyzacatlán en náhuatl) que los pueblos originarios evitaban por sus inundaciones y que fue transformado en “refugio ladino”. A partir de 1970 “el inesperado éxodo indígena y el turismo mal planeado” desencadenaron una crisis territorial.
Según el antropólogo Jorge Paniagua Mijangos, San Cristóbal siempre ha sido una ciudad de migrantes. Sus barrios históricos, Mexicanos (originarios mexicas), Tlaxcala (tlaxcaltecas migrantes desde la colonia), Cuxtitali (barrio de personas sometidas a exclavitud), surgieron como anillos protectores del centro español, articulando identidad, oficios y territorio.
Por siglos, humedales y puentes demarcaron sus límites. Pero en los años 70, se vino una hecatombe territorial generada por un turismo desmedido.
Comenzó la invasión de áreas verdes, la especulación inmobiliaria y la ruptura del tejido socioespacial. Hoy, ese pasado resuena en el grito de los 11 barrios antiguos que luchan por no convertirse en postales decorativas y mantener sus tradiciones.
Gentrificación
El geógrafo Neil Smith sentenciaba que “la gentrificación no es un retorno de la clase media, sino un movimiento del capital hacia espacios desvalorizados para extraer plusvalía”.
En San Cristóbal, los números confirman el diagnóstico, de acuerdo al Instituto de Estadística y Geografía (Inegi), actualmente el 22.6 % del empleo depende del comercio (frente a 19.9 % en 2010), con los servicios turísticos creciendo al 53 %.
Según la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), en su propuesta de Desarrollo Territorial, el centro histórico, declarado Zona de Monumentos en 1986, tiene manzanas con 0 habitantes, con viviendas convertidas en cafés boutique o Airbnb.
Según Sedatu, el precio del suelo central se disparó, desplazando a familias hacia periferias como Corazón de María, donde la densidad supera 50 viviendas/hectárea.
Un habitante del barrio La Merced lo resume, “antes conocíamos al dueño de cada tienda; hoy las fachadas son puras de extranjeros, nosotros ya somos grandes, es nuestra casa, pero estoy seguro que nuestros hijos no podrían pagar ni una renta aquí”.
Batalla por el centro
El triángulo Plaza de la Paz, Catedral, Santo Domingo, es hoy un “nodo turístico” donde conviven contradicciones, hay andadores peatonales que facilitan el consumo, pero expulsan residentes adultos mayores (el sector mayoritario en Guadalupe, donde apenas hay registro de infancias).
En la ciudad colonial, la colorimetría homogénea en fachadas, se ve manchada por anuncios de tours y restaurantes gourmet. Y un comercio local y popular es desplazado por artesanías estandarizadas.
Tradición en riesgo
La Unesco celebra su título de “Ciudad Creativa”, sin embargo, los “cucheros” de Cuxtitali y panaderos de San Ramón ven desaparecer sus talleres. Hasta hace tres años, solamente se contabilizaban 69 artesanos en los 11 barrios antiguos, dedicados a diversas disciplinas como la madera, cerámica, forja y pirotecnia, entre otras.
En mesas de diálogo ciudadano, vecinos denuncian que “el ambulantaje desmedido satura servicios, pero los beneficios se los llevan agencias foráneas”.
Propuestas
Frente a la expansión urbana (581 hectáreas ganadas desde 2010), la propuesta del Gobierno Federal es rehabilitar suelos abandonados y convertir naves industriales en vivienda asequible.
Incentivos fiscales para edificios de mediana altura en el centro. Frenar licencias comerciales y regular negocios “100 % turísticos” en el área monumental.
Postrimerías
La pandemia por covid canceló procesiones barriales, redes como la “Tradicional Fiesta Mercedaria” (dos mil 275 miembros) mantuvieron viva la memoria ritual. Esa resiliencia simboliza la esperanza, que San Cristóbal no repita el destino de Venecia o Barcelona, donde la turistificación borró comunidades enteras.
Como sentencia Paniagua, “el equilibrio no es un lujo, es la línea entre la ciudad vibrante y el parque temático”. Hoy, sus once barrios originarios son trincheras en esa batalla por el derecho a existir.