“El caso de Chiapas es muy importante para entender cómo un grupo islámico puede salir de la nada y dividirse en varias sectas”, sostuvo el investigador de estudios religiosos en el Centro Suizo para el Islam y la Sociedad, Baptiste Brodard.
El psicólogo explicó que a partir de 1995, atraídos por el movimiento e ideales zapatistas, acudieron a Chiapas los Murabitún, un grupo de musulmanes españoles; sin embargo, al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) no le interesó estrechar una relación con ellos.
En la búsqueda de adherir personas a la comunidad, “comenzaron con un joven, luego el abuelo del joven y después la familia entera. Para principios de los 2000, tan solo en San Cristóbal, el Estado mexicano contabilizó a más de 800 musulmanes nativos, casi todos ellos conversos y tsotsiles”, destacó el doctor en la conferencia “El Islam indígena en América Latina”.
“Con este ejemplo podemos pensar en el papel de las redes y organización de los musulmanes transnacionales, que si bien vinieron (al estado), no es por suerte el caso de éxito en Chiapas, y no en Puebla o Guadalajara”, acotó
Segregación religiosa
El investigador explicó tres supuestos de las condiciones de éxito: primero, una fuerte erosión de la hegemonía de la Iglesia católica, y ejemplificó con los primeros casos donde personas evangelistas de San Juan Chamula fueron expulsadas por no ser católicas, “ya que habían perdido su fe e identidad religiosa”. El segundo, un fenómeno mundial que refiere a las religiosidades alternativas; y el tercero, los esfuerzos de las organizaciones musulmanas para expandir el islam.
No obstante, detalló que actualmente se calcula que la comunidad musulmana es apenas una cuarta parte de su tamaño inicial, con unas 200 personas divididas en cuatro mezquitas distintas: la Murabitún, Salafi, Sufí y Ahmadi.
Y hoy hay una quinta, se trata de “un grupo de turcos Sulemanji, quienes abrieron una escuela el año pasado para enseñar a los niños”. También especificó que hay un grupo indígena tsotsil “más informal” que quiere reafirmar su autonomía cuestionando el papel de los movimientos y actores islámicos trasnacionales en la difusión y enseñanza del islam.
“Ellos dicen que no quieren seguir a líderes de otros países si son de allí, y pueden estudiar juntos en su idioma, pero se vuelve algo sincretista porque siguen leyendo la Biblia y realizan prácticas de sus ancestros junto con el islam”, concluyó.