Estudian riesgo sísmico en la región Metropolitana

El investigador Roberto Moreno Ceballos, de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), dio a conocer que junto con otros investigadores están desarrollando un proyecto sobre el análisis de riesgo sísmico en la región Metropolitana del estado.

El responsable del Laboratorio de Sistemas de Cómputo y Sistemas de Información Geográfica de Ingeniería Ambiental de la Unicach, dijo que hasta ahora han avanzado en el estudio de Chiapa de Corzo y Tuxtla Gutiérrez.

Todo esto en el marco de los seis años del terremoto de 2017, un evento de gran connotación a nivel mundial en materia de sismicidad y para la región, porque es el de mayor magnitud que se ha registrado en el último siglo.

Trabajan en un inventario de daños históricos por sismos y análisis para determinar el peligro sísmico existente. Han hecho estudios para determinar espesores de sedimento para vincularlo con la amplificación sísmica o la localización de los daños que se han presentado.

En Tuxtla Gutiérrez los daños han sido en la zona centro y todo el sur; esto lo han relacionado con las zonas que son propensas a inundación, tanto en el lado poniente como oriente, así como el parque del Oriente, la zona de la Fiscalía General del Estado y Paso Limón.

El riesgo sísmico depende de diversos factores como los sistemas constructivos que se emplean, la falta de asesoría técnica, las características de los suelos, el crecimiento urbano. La amplificación de los sismos depende de la condición del suelo.

“La zona Sur de Tuxtla Gutiérrez, por ejemplo, es bastante inestable; está compuesta en su mayoría por depósitos de talud de la meseta de Copoya, lo que hace suelos inestables que propician la amplificación sísmica”, detalló.

Los embovedados que hay en la ciudad es otro factor que se debe estudiar y atender, aunque no tiene relación directa con la amplificación sísmica, pero también son susceptibles a sufrir daños por la actividad sísmica.

En Chiapa de Corzo se ha encontrado un registro de daños en el centro histórico y en los márgenes del río Grijalva, porque son suelos compuestos por sedimentos que los hace inestables; además que muchas de las viviendas tienen más de 400 años de antigüedad.