Farmacéutico local celebra fiesta a lo grande

René Montero Nagularí es un farmacéutico local del Pueblo Mágico de Chiapa de Corzo, cuenta con 71 años de edad, en 1989 puso su farmacia “San Sebastián” en honor al santo patrón del pueblo y al año siguiente, en agradecimiento por la prosperidad que le trajo su negocio, ofreció una misa y un sencillo rezo, el cual fue creciendo hasta lo que es hoy: una fiesta de grandes proporciones a la que asisten no solo familiares y vecinos, sino hasta mil comensales locales, nacionales y extranjeros para celebrar la Fiesta Grande.

Su vocación dio comienzo a una gran fiesta

Este 20 de enero se cumplen 27 años de celebrar la Fiesta Grande, un festejo en honor al santo patrón del pueblo, mismo personaje que le da nombre a su negocio, una farmacia que le ha dado a él y su familia prosperidad y satisfacciones éticas.

La historia empezó desde la niñez de René Montero Nangularí, originario del barrio de San Jacinto (uno de los principales de la vieja Chiapa de Corzo), cuando sintió el llamado hacia la medicina pero que no puedo ejercer.

Comentó que en ese tiempo no habían las facilidades para estudiar que hay en la actualidad, “en ese tiempo o trabajabas o estudiabas”, comentó René Montero al hacer referencia también a que las principales escuelas de medicina se encontraban en la Ciudad de México u otros lugares igual lejanos.

Entonces le dijo a su padre: “papi, dile a tu compadre que me dé una oportunidad en su farmacia” y así empezó a trabajar con fármacos a la edad de 10 años. A los 13 ya recetaba y salía a las casas a poner sueros.

Luego de haber trabajado en varias farmacias, en enero de 1989 se independizó, puso la propia y empezó a vacilar en qué nombre ponerle, “ponle San Sebastián, que es patrón del pueblo” le dijo su papá al ser consultado sobre este tema.

En ese tiempo el pueblo no era tan grande y la farmacia empezó a ser un referente, aunado a la capacidad de René Montero de acertar en sus consultas y ayudar a la gente. Esta prosperidad lo llevó a que en 1990, al celebrar su primer año, realizaran su primer celebración en la que pusieron cerca de 10 mesas en la calle, a la usanza tradicional, “no como ahora que rentan salones”, comentó.

El siguiente año asistió más gente y pusieron 50 mesas, de manera que año con año la fiesta creció hasta lo que es hoy, una celebración que conglomera hasta mil personas, tanto locales como nacionales y extranjeros.

El festejo

Como mínimo reciben 500 personas y máximo atienden a mil, “lo sabemos por la cantidad de platos que servimos, que han sido esos”, mencionó al respecto René Montero Nangularí.

Tal como marca la tradición, el 20 de cada mes hacen un rezo a San Sebastián y se invita a los vecinos, pero el 20 de enero que es el día de la Fiesta Grande celebran además, una misa en la mañana, que culmina a las 11:00, a veces a las 12:00 del día y a las 2:00 de la tarde da inicio el convivio.

Ofrecen comida en la tarde y cena ya más tarde, todo alimento es tradicional y amenizan marimbistas y otros conjuntos. Como el espacio en su hogar y negocio es pequeño ponen las mesas, sillas y carpas en la calle, donde llegan a ocupar toda cuadra.

No rentan salón como hacen algunos, sino que cierran la calle a la manera tradicional y muchos piensan que él es el prioste y que al tener la imagen en su hogar hace el festejo, también creen otros que recibe apoyo gubernamental para la fiesta pero tampoco es verdad, todo es por gratitud a lo que tiene.

Colaboran sus hijas, esposa y empleados, quienes atienden hasta 18 carpas en la calle. En el tiempo que el que empezó a llevar la imagen a misa había otras familias principales que también llevaban las suyas pero ninguna celebración creció tanto como la que en su familia organizan.

Respuesta a la gratitud.

La satisfacción más grande que pueden tener es la salud y la prosperidad para su familia, por eso hacen la fiesta, para honrar al santo y aunque en su altar también hay otras figuras, la principal es San Sebastián.

También tiene que agradecer la longevidad de su padre que murió a los 94 años en estado lúcido y la sabiduría de poder atender a la gente, pues ha atendido a generaciones enteras, muchos lo conocen y le tienen confianza, incluso recibe consultas de lugares colindantes y no deja de atenderlos, ni el día de la Fiesta Grande.