Los zoques de Tuxtla Gutiérrez refrendan día con día su identidad cultural y su orgullo de pertenecer a una etnia viva, no sólo a través de un sistema de cargos y una mayordomía, sino también de lugares clave para la reivindicación de los derechos culturales; uno de ellos, la Ermita de El Cerrito.
María del Carmen Chacón Ramírez, primera albacea de Mujeres de la Ermita, explicó que ellos hacen celebraciones en honor al Niño Salvador (Señor de El Cerrito), actividades que iniciaron el pasado 8 de diciembre con la construcción de la casita y el Belén Zoque.
El 25 de diciembre del año pasado se dio una representación de la nacida del niño Jesús; este 6 enero celebraron la sentada del Niño que utiliza su vestimenta a la usanza del Niño de Atocha, una celebración que fue acompañada al son del tambor, el carrizo y guitarras.
En esta ocasión se atendió a los invitados y fieles con pozol y tamales de hoja mi milpa. Estas actividades son complementadas con el baile de pastores, grupo que es encabezado Augusto Green Chatú.
A falta de un presidente de Festejos, la propia albacea, Carmen Chacón, fue designada como tal. Su compromiso dio inicio hace casi medio año, pero reconoce que el ciclo iniciado el pasado 8 de diciembre de 2017 y culminó este 6 de enero, con la sentada de los Niños, ha sido el más importante de todo el año, y el que más sacrificio de tiempo le ha requerido.
Asumir este cargo también implica una gran responsabilidad, porque se tiene que invitar a las comideras, y éstas a su vez, a sus ayudantas, quienes preparan la comida tradicional según corresponda a la celebración de que se trate. Aunado a ello, se debe organizar el novenario de los rezos para el Señor. El 25 de diciembre, que “es el mero día” se realiza un caldo de res que es repartido entre todas las personas que participaron en la fiesta.
Ella destaca la participación y apoyo que ha tenido la ciudadanía y la Mayordomía. Señala que todos estos festejos tienen que prepararse con antelación; ahora queda hacer una reunión con los más cercanos a la Ermita, para valorar si la celebración salió bien o no.
La Albacea es acompañada de ocho priostas, así como cinco comideras -que tienen la libertad de llevar a ayudantas-. Con la intención de mantener viva esta tradición zoque, familiares de ella imparten clases a la población en general interesada en aprender la música de carrizo y tambor.
Actividades
Florentino Martínez Reyes, colaborador desde hace 24 años en las celebraciones de la Ermita, relata que dentro de estas celebraciones también festejan a la Virgen del Guadalupe el 12 de diciembre. El 26 de diciembre conviven las personas y degustan frijoles con carne de res.
El somé también es ya es una tradición dentro de la Ermita. Los priostes y priostas para disfrutar de los alimentos, se acomodan dependiendo la relevancia de su cargo; desde la celebración de la Candelaria, hasta las actividades de Semana Santa.
Por su parte, Cecilio Hernández Hernández, encargado de la música de Pastores, señala que es muy importante inculcar estos valores a los niños, que deben aprender de la tradición durante todos los recorridos que se hacen también en la colonia Juárez y Plan de Ayala. En la Ermita conviven todos como una familia, hermanados por la conciencia zoque y la fe.
Él, recuerda, comenzó a tocar la guitarra en 1958, tres años más tarde también dominó el tambor. Tocar estos instrumentos es de gran relevancia para la tradición zoque, incluso porque se utilizan materiales exclusivos: de madera y con cuero de venado. Sus hijos han seguido con estas celebraciones y han ocupado cargos dentro de la Ermita.
Bailes
José Augusto, cabeza de la danza de pastores, precisa que él organizó los bailes del 24 de diciembre y del 6 de enero, con ensayos permanentes entre los cantadores y los músicos, para servirle al Señor de El Cerrito y a los Niños de Belén. Lo único que los mueve es la fe, porque no reciben ningún pago por participar en estas fiestas.
Recuerda que esto es una herencia que le dejó su padrino Marco Antonio Chatú, quien también lo involucró con la mayordomía zoque; incluso, tiene tanta pasión que en los bailes utiliza la vestimenta que le dejó su familiar. Desde hace 17 años replica los pasos en la Ermita y comparte la cultura con todo aquel que se interese.
Destaca la participación que han tenido los niños y jóvenes en El Cerrito. Dice que como maestro de primer baile, una de sus tareas es involucrar al mayor número de personas en estas actividades. Ellos, con la música, pasan a traer a los niños Dios que ya están vestidos, y acompañan a las madrinas con tres sones.
Paula María es una niña de cinco años. Es la más pequeña que hoy toca tambor. A tan corta edad, asegura que todo el tiempo le gustaría tocar dicho instrumento. Su madre, Deysi Mendoza Aguilar, describe que el gusto de su hija viene desde su bisabuela y abuela, quienes participan en la Ermita en las celebraciones de Semana Santa.