Festividad católica con sabor a Mesoamérica
El Día de La Candelaria se conmemora dos acontecimientos bíblicos importantes: la purificación de María y la presentación de Jesús al templo. Cortesía

El Día de la Candelaria es una festividad religiosa que se celebra cada 2 de febrero, esta conmemora el momento en el que se presenta a Jesús en el templo tras su nacimiento, y la purificación de la Virgen tras el parto, pues han pasado los 40 días desde que dio a luz a su hijo. Sin embargo, esta fecha, en lo culinario, se relaciona más con las ofrendas que los mexicas ofrecían a Tláloc para la petición de lluvia en la temporada de cultivo.

La pureza en la fe católica

En la iglesia católica romana, el Día de la Candelaria se conmemora dos acontecimientos bíblicos importantes: la purificación de María y la presentación de Jesús al templo luego de su nacimiento.

La purificación de María está relacionada con el significado e importancia que los judíos le dan a la sangre humana.

En el capítulo 12 del libro de Levítico, perteneciente al apartado llamado Antiguo Testamento de la Biblia, indica que “nadie puede tocar la sangre humana porque en ella estaba la vida, de esta manera, cometían un grave pecado o quedaban impuros quienes la derramaban, quienes tenían una enfermedad que produjeran manchas de sangre como la lepra o quienes tocaran la sangre de otra persona, ante este pensamiento, se consideraba que las mujeres quedaban impuras en el parto por la sangre que derraman al dar a luz.

Para purificarse, la misma cita bíblica dicta que, la mujer debía esperar 40 días, si daba a luz a un niño y 80 días, si era niña. Luego de ese tiempo, los padres debían presentarse al Templo de Jerusalén para cumplir con el rito de purificación y llevar consigo una ofrenda prescrita por la ley que consistía en dos animales, uno debía sacrificarse y otro se dejaba en libertad, quienes tenían posibilidades económicas, llevaban una paloma y un cordero, y los que no, llevaban dos pichones o dos tórtolas. La sangre del animal sacrificado era rociada sobre el animal que se dejaba en libertad, esto significaba que, con la sangre de uno, se obtenía la libertad del otro.

Lo anterior, significaba que con la sangre del sacrificado, la mujer recuperaba su pureza. Aunque la Biblia señala que María dio a luz sin perder su virginidad y debía cumplir lo estipulado por la ley. Debido a que José y María eran de escasos recursos económicos, llevaron al templo dos tórtolas.

El libro de Lucas del Nuevo Testamento señala que, cuando salen del templo José y María, un anciano llamado Simeón reconoce al niño Jesús como el “Salvador del Mundo”.

Candelaria es luz

Como la conmemoración tiene relación con la purificación de María, la fiesta tomó un carácter penitencial por lo que para purificar su vida, los fieles se adecuaban al sacramento de la reconciliación, llamado también penitencia o confesión y para recordar las palabras del anciano Simeón, de que Jesús sería el salvador de las naciones, los fieles realizaban procesiones con velas llamadas también candelas, por ello la fiesta se llamó “La Candelaria”.

Tláloc y los tamales

Historiadores han señalado que los tamales el Día de La Candelaria, están relacionadas con el pasado náhuatl con una de las veintenas del Xiuhpohualli de los mexicas.

De acuerdo a los escritos del misionero franciscano Bernardino de Sahagún, los antiguos nahuas celebraban la veintena llamada Atlcahualo (“se dejan las aguas”, “cesan las aguas”), entre el 12 de febrero y el 3 de marzo. Esta fiesta estaba dedicada al dios de la lluvia Tláloc y a los tlaloques que habitan las cimas de algunas montañas y cerros del valle. A estas deidades se les ofrendaban niños, “tiras humanas”, tlacatetehuitl, quienes eran sacrificados en las cimas, así como en un remolino de agua de la laguna de Tezcoco llamado Pantitlán. También se realizaba un sacrificio en el Monte Tláloc

Esas ofrendas humanas eran parte de las peticiones de lluvia para la temporada de cultivo que iba a comenzar. Sin embargo, también se ofrendaban diferentes variedades de tamales a los tlaloque. Destacaban los atamalli, “tamales de agua” los cuales no tenían relleno y tenían el propósito de conmemorar el nacimiento del dios Centéotl.

En Tenochtitlán se comía una gran variedad de tamales como necuhtamalli, tamales de miel, los tzatzapaltamalli hechos de amaranto procedentes del barrio de Coatlán, así como los tlacatamalli hechos de carne humana. Incluso existía una fiesta que se realizaba cada ocho años llamada atamalcualiztli que significa “comida de tamales de agua”. En Tenochtitlán se preparaban tamales de charales, acociles, ajolote, guajolote, así como de calabacita y ejotes.

Después de la caída de la urbe Azteca, los grupos originarios siguieron consumiendo tamales a inicios de febrero, como una reminiscencia de esta veintena, la cual ajustaron a la Candelaria, que se celebraba cada 2 de febrero.