Un estudio reciente publicado en la Revista Científica de Educación Superior y Gobernanza Interuniversitaria Aula 24, destaca que a pesar de la pobreza, la exclusión social y las barreras culturales, jóvenes indígenas y no indígenas de Chiapas migran a centros urbanos para cursar estudios universitarios, impulsados por un “profundo deseo de superación académica”.
La investigación, “Migración interna por estudios hacia la educación superior universitaria. Caracterización en contextos multiculturales de Chiapas”, liderada por Joaquín Peña Piña y José Bastiani Gómez, de la Universidad Intercultural de Chiapas (Unich), analizó las condiciones de 213 estudiantes, de los cuales el 39.9 % eran migrantes internos.
Contexto crítico
Chiapas, el estado con la tasa más alta de analfabetismo en México (21.3 %), enfrenta una cobertura universitaria de apenas 13.2 %. La mayoría de las instituciones de educación superior se concentran en ciudades como Tuxtla Gutiérrez o San Cristóbal de Las Casas, obligando a los jóvenes de zonas rurales a desplazarse, asumiendo costos económicos y emocionales.
Según el estudio, el 42.7 % de los estudiantes combina trabajo y estudios, mientras que el 46.9 % depende de becas.
Hallazgos clave
Los estudiantes migrantes provienen de comunidades indígenas y rurales, donde el promedio de escolaridad de sus padres es de 9.1 años (padres) y 6.85 años (madres).
Matemáticas y Ciencias Experimentales son las materias más difíciles. El 54.4 % de los alumnos obtuvo un promedio de 8.0 a 9.0 en bachillerato.
El 85.4 % cuenta con el respaldo de sus padres, aunque el 13.1 % vive solo y el 10.3 % habita en viviendas precarias.
No hay diferencias significativas entre migrantes y no migrantes, predominando estilos analíticos y reflexivos.
Voces
“La migración educativa es una estrategia de resistencia ante la desigualdad”, señaló Peña Piña. Los estudiantes destacan como logros personales “haber ingresado a la universidad” (50.2 %) y “mejorar su desempeño académico” (21.6 %).
Sin embargo, enfrentan obstáculos como la discriminación, la falta de dominio del español y la adaptación a entornos urbanos.
Llamado
El estudio urge a revisar las políticas educativas interculturales, con énfasis en flexibilidad curricular y apoyo socioeconómico.
“Las universidades deben garantizar que la calidad no sacrifique la inclusión”, subrayó Bastiani Gómez. Recomiendan fortalecer programas de becas, tutorías y vinculación comunitaria para reducir la deserción.
Con más de 25 mil localidades rurales, Chiapas refleja los desafíos estructurales de México, donde la cobertura en educación superior (38.4 %) está muy por debajo de países como Chile (90.3 %) o Argentina (58.7 %).
La investigación concluye que, sin acciones concretas, el sistema educativo seguirá reproduciendo brechas que afectan principalmente a los más vulnerables.