Actualmente, pocas haciendas continúan trabajando en las actividades económicas que les dieron su origen, otras pasaron a ser parte de una comunidad ejidal o del Estado, sin embargo, el problema principal es el abandono.
De acuerdo con el doctor en Arquitectura de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), Fredy Ovando Grajales, su conservación es clave para comprender el presente de Chiapas, ya que “nos puede llevar a entender algunos fenómenos que ocurrieron en la Revolución Mexicana, debido a que hay muchos pueblos fundados en la zona de la Frailesca, con gente expulsada de Oaxaca”, explicó el catedrático.
Igualmente destacó que la mayoría de las haciendas que se encuentran en la zona de la Frailesca fueron creadas por los primeros fundadores de Chiapa de Corzo, quienes se repartieron esas tierras.
En dicha región la proliferación de las fincas fue tanta, que para finales del siglo XIX habitaban más de siete mil personas en las 48 haciendas. Para la Revolución Mexicana, cientos de familias oaxaqueñas “atravesaron la Sierra Madre y se ofrecieron como trabajadores gratuitos a cambio de un pedazo de tierra. Esto generó un enriquecimiento cultural”.
Y acotó: “Son pueblos donde es muy común escuchar con marimba el ‘Dios nunca muere’, un himno oaxaqueño; este tipo de actos van intercambiando aspectos culturales”.
Agregó que la arquitectura de las haciendas en Chiapas fue muy particular, ya que muchas fueron haciendas de los frailes dominicos construidas en el siglo XVI y otras mantuvieron una estética clasicista, sobre todo en Comitán, con menos asimilación en el Valle de Cintalapa y bastante menos en la Frailesca, esto debido a la falta de mano de obra.
En la zona Valles existen 34 haciendas registradas formalmente en el Catálogo de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), las principales son: San Antonio Valdiviana, Macuilapa, Llano Grande y Providencia, las cuales poseen un alto valor para el patrimonio tangible.
Por otro lado, la producción agrícola y ganadera, o insumos como el ixtle de alto valor para la fabricaron de cuerdas y costales, hicieron de estas estructuras espaciales grandes centros de trabajo y entretenimiento.
El arquitecto narró el uso de los espacios de los patrones en aquellas viejas haciendas, donde “el cacique tenía varias mujeres y mucha gente del pueblo era su familia directa, pero llegar a la casa grande no estaba permitido para todos”.
Y concluyó diciendo: “Cuando era el cumpleaños del cacique, resultaba interesantísimo ver cómo se distribuían las familias del pueblo dentro de la hacienda; los blanquitos van por este lado y los morenitos del otro, pero al final todos eran primos y hermanos, algo que en las haciendas era bastante común”.