“Hay una leyenda que dice que los hongos son las lágrimas de las mujeres que pierden a sus hijos en el parto, las cuales al tocar el suelo son convertidas por el dios Tláloc”, relató el jefe del Museo Botánico Faustino Miranda, Manuel Jonapá, quien presentó la XXIX Exposición de Hongos de Chiapas “Los enviados de Chac”, en alusión al dios del agua maya.
El biólogo explicó que en el estado hay entre 10 mil y 13 mil tipos de hongos, de los cuales 300 son comestibles y seis están considerados como tóxicos o nocivos; puntualizó que sólo el cinco por ciento ha sido estudiado.
Recalcó que la falta de estudio se debe a que solamente hay tres especialistas en micología en la entidad.
“Aquí hay mucha chamba para los biólogos”, expresó para invitar a los estudiantes a especializarse en un reino del que aún tenemos mucho que aprender.
“Los hongos son el final y el origen de la vida misma”, detalló para indicar que la función de estos elementos de la naturaleza es degradar la celulosa que se encuentra en los árboles para convertirla en materia orgánica de los bosques.
Respecto al consumo, relató que varios mercados de Tuxtla Gutiérrez los ofertan, principalmente en los meses de lluvia.
“Aquí no tengan miedo de comprarle a las canasteras que vienen a vender los hongos de otras localidades circunvecinas, son seguros.
“Además, suelen ser más económicos y muy nutritivos, ya que debido a su alto valor proteínico pueden suplir a la carne en las dietas. Es una opción para quienes practican el veganismo”, dijo.
Desde tiempos prehispánicos
Mientras mostraba una vitrina en donde se ven impresiones de algunos códices relativos al consumo de hongos, expuso que estos eran conocidos desde la época prehispánica; también se aprecian “los hongos de piedra”, una metamorfosis entre humano y hongo que fueron encontrados en excavaciones y reafirman su importancia ritual.
Ejemplificó con el huitlacoche, un hongo que sale del maíz y que estaba guardado para los grandes dignatarios.
“Ahora ya lo venden en el mercado de San Juan y los plebeyos ya lo podemos consumir en quesadillas”, bromeó.
Dijo que su hongo favorito es el pleurotus ostreatus, el hongo ostra. “La gente dice que sabe a pollo, pero yo soy muy reacio, porque tiene ese sabor a humedad del bosque, a tierra, y me remonta a mi infancia”, relató mientras recordaba que su papá los traía del campo y su mamá los preparaba.
Debido a las condiciones climatológicas de la zona de Los Altos de Chiapas, la proliferación de los hongos es basta, sobre todo en la temporada de lluvias, siendo una de las principales fuentes de ingreso económico para muchas familias.
“En los mercados de San Cristóbal puedes ver a las canasteras vendiendo hasta 20 tipos de hongos. Es un espectáculo visual muy bonito, ademas es gente experta en la colecta”, puntualizó, además de indicar que el más vendido es el “yuyo”, una especie de amanita comestible.
Aclaró que la intoxicación de hongos en muy común en la región y sobre todo en menores. “Ocurre porque es una actividad familiar y van niños, los cuales suelen confundirlos debido al parecido con el amanita arocheae, el cual es tóxico y es el que más defunciones ha causado en el estado”.
Sin embargo, los mismos expertos micólogos se llegan a confundir con saber cuáles son o no venenosos. Ante el desconocimiento, recomendó evitar tocar los hongos silvestres. “Si no conocemos de hongos, no nos arriesguemos ir a un bosque a recolectarlos y mejor le compremos a los hongueros. Ya si tenemos mucho miedo, podemos comprar los que venden en tiendas departamentales”.
Hizo hincapié con los hongos alucinógenos, debido a que la psilocibina, la sustancia que causa alucinaciones y afecta directamente el sistema nervioso, puede llegar a pegarse en el cerebro causando alucinaciones permanentes.
Por último, reiteró la invitación para visitar la XXIX Exposición de Hongos de Chiapas “Los enviados de Chac”, abierta al público y que durará dos meses, en un horario de 10 a 14 horas en las instalaciones del Museo Botánico de Tuxtla Gutiérrez.