Los huertos urbanos (colectivos y familiares) permiten afrontar los problemas ambientales de la urbanización, contribuyen a la sostenibilidad local de las ciudades y mejoran la alimentación y economía de quienes se dedican a cultivar, aseguró Ana Isabel Moreno Calles, académica de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES), Morelia, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Su investigación, publicada por la UNAM, explica que los huertos urbanos familiares o colectivos contribuyen a la sustentabilidad local a través de procesos, como la creación de empleo, recuperación de conexiones con la naturaleza, transmisión del conocimiento, prácticas experimentales y beneficios a la salud, entre otros.
Plantas saludables
Además, impulsar esta actividad es de gran aporte al mantener el conocimiento de distintas plantas que se usaban para mejorar la alimentación, la salud y los entornos, y en momentos de esta pandemia, puede ser una oportunidad valiosa para contribuir a acrecentar la relación en las familias y, con ello, fortalecer el tejido social.
“Los huertos se pueden instalar en las azoteas, terrenos baldíos, camellones, en el patio, corredor de la casa, y la siembra se puede hacer, incluso, en una cubeta, maceta, huacal, cajón de madera, por ejemplo”, dijo.
Existe poca información sobre el manejo agroforestal (árboles con cultivos) en el contexto de las ciudades, de ahí que es relevante iniciar el mapeo de diversos alimentos, plantas medicinales u ornamentales, con lo cual se podría suplir la comida procesada o de uso básico por autoproducción.
Para la especialista, estos espacios de producción permanecerán en el futuro “porque siempre requeriremos alimento y un buen manejo de residuos orgánicos”.
Por tanto, se debe seguir con la exploración del cultivo para autoconsumo, a fin de mejorar la producción de alimentos, plantas medicinales y ornamentales.
Autoconsumo
Agregó que para hacer un cultivo de autoconsumo se puede iniciar con lo que se tenga a la mano, es decir, con las verduras o frutas que hay en casa, de las cuales se pueden obtener las semillas o propágulos (papas por ejemplo), depositarlas en la tierra y regarlas para que rindan frutos, hojas comestibles y semillas.
“Lo interesante es que mucho del material que tenemos en nuestra casa son residuos orgánicos, por tanto podemos usarlos para generar el sustrato (tierra) que se necesita para sembrar”, explicó.
Finalmente, sugirió sembrar los productos que más se consumen en México: jitomate, tomate, chile, calabaza, pepino, chayote, zanahoria, epazote, papa, cebolla, betabel, lechuga, camote, ajo, nopales y algunas plantas aromáticas con las que pueden conjuntarse.