En el corazón de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, doce vecinos convirtieron un basurero clandestino en el huerto comunitario “El Tequio”, demostrando que los huertos urbanos emergen como una solución tangible para construir soberanía alimentaria.
Detrás de esta hazaña agroecológica está la maestra en nutrición y alimentación sustentable por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), Regina Ozuna, quien destaca que cultivar es el acto político más subversivo contra la pobreza.
Su estudio “Huertos Urbanos como Estrategia hacia la Soberanía Alimentaria en Tuxtla Gutiérrez” busca combatir los altos índices de pobreza y la falta de acceso a alimentos nutritivos en Chiapas, que afectan al 24.5 % de la población.
Basada en la metodología de investigación acción participativa, su investigación involucró a 20 habitantes de Tuxtla durante 2024. Tras identificar saberes locales (solo el 30.8 % de los participantes tenía conocimientos previos en agricultura urbana), se impartieron talleres sobre agroecología, seguridad alimentaria y técnicas de cultivo.
Emergen huertos
Los resultados se plasmaron en seis huertos en espacios diversos, incluyendo hogares, una escuela primaria, la universidad y el terreno comunitario “El Tequio”.
En este último, doce participantes transformaron un basurero clandestino en un área productiva, cosechando 90 % de los cultivos (tomate, chile, maíz y plantas medicinales).
Los huertos familiares, aunque enfrentaron desafíos como lluvias excesivas, lograron diversificar la dieta de las familias con alimentos frescos y libres de pesticidas.
Beneficios
Entre los beneficios reportados, el 60 % de los participantes mejoró sus hábitos alimenticios, mientras que todos destacaron avances en salud física, integración familiar y conciencia ecológica.
“El trabajo colectivo demostró que los huertos son herramientas de autogestión para acceder a alimentos sanos”, subraya Ozuna en sus conclusiones.
Sin embargo, el estudio también identificó obstáculos clave como la falta de tiempo (mencionado por 80 % de los participantes), inversión económica inicial y necesidad de capacitación continua.
La investigación urge a las autoridades a promover políticas públicas que apoyen estas iniciativas, desde programas de financiamiento hasta la designación de responsables comunitarios para huertos urbanos.