Huir o enfrentar la muerte; el mayor dilema de Yusein
El personal de salud, los verdaderos héroes de la pandemia. Diego Pérez / CP

Parado en la terminal de corto recorrido, con un profundo miedo en el corazón y el alma, Yusein Mendoza López pensó en escapar del juramento de su profesión para salvarse a él y a su familia. Pese a ello, se incorporó al búnker covid en el municipio de Villaflores para enfrentar la muerte convertida en un virus, que hasta ese momento era desconocido.

Enfermero

Como enfermero, fue convocado en el año 2020 para presentarse un día viernes. Desde el jueves hizo las maletas con mucha tristeza y el llanto a flor de piel y se dispuso a viajar a Tuxtla Gutiérrez.

“Cuando estaba en la terminal, recibí una llamada de mi jefa estatal para notificarme que en el municipio de Villaflores se abriría una clínica covid para atender a los pacientes que ya comenzaban a repuntar”, recordó.

Nunca pasó por su mente que en su corta carrera formaría parte del ejército de batas blancas que harían frente a la catástrofe sanitaria que impactó a todo el mundo; al día de hoy, se desconoce el número exacto de víctimas.

Para su sorpresa, fue él quien recibió el primer paciente de covid-19 en Villaflores, acompañado de la doctora Yulma.

“Tenía mucho miedo, pero también veía en los ojos del paciente que necesitaba a alguien que le diera fuerza en este proceso que estaba viviendo”, comentó.

Al paso de los días, el temor fue cediendo, anteponiendo la empatía de los pacientes y familiares: “con todo este temor enfrenté este virus; me pude ir aislando de mi familia, lo cual me dolía mucho, dormía aparte de mi esposa, de mi hija, dejaba la ropa en otro lugar, dejando siempre el temor a un lado”, comentó el enfermero.

La pandemia causó un impacto profundo en la sociedad, arrebató de un momento a otro a personas amadas, familiares, amigos, maestros y compañeros de trabajo.

Un panorama desalentador

El momento más difícil fue cuando los pacientes comenzaron a fallecer uno tras otro: “hubo momentos en que era una gran tristeza, amargura, con mis compañeros nos poníamos a llorar”, recordó Yusein.

Al tratar de cerca con la muerte, el enfermero presenció, en diferentes ocasiones, la agonía y el último aliento de hombres y mujeres que en ocasiones socorrió por semanas.

“Me tocó presenciar la muerte de familiares, amigos, vecinos; nos saturamos de pacientes, escuchábamos los gritos de los familiares de los enfermos pidiendo ayuda”.

Pero el virus también se llevó a padres, madres hermanos de los enfermeros, enfermeras doctores, doctoras y en muchas ocasiones sin poder hacer nada.

“Muchas personas ya no alcanzaron a recibir la ayuda; antes de cruzar las puertas perdieron la vida, fueron conocidos, amigos, familiares y era el golpe más duro para el estado emocional”, expresó.

Una plegaria para continuar

Yusein, junto con el equipo de enfermeros, formaron una gran fraternidad humana, encontraron en la oración y la fortaleza, un espacio donde el tiempo, la vida y la serenidad pendían de un hilo.

“Hacíamos un círculo, orábamos, nos poníamos el traje, e ingresábamos a atender a los pacientes; por ocho horas no podíamos tomar agua, comer o ir al baño”, recordó.

Un duro golpe anímico para el grupo de enfermeros era ver recaer a los pacientes que ya iban evolucionado y muchos fallecían.

El enfermero y docente comparte con tristeza que centró todo esfuerzo para atender a los pacientes de la pandemia, sin saber que su padre era portador de un enemigo mortal y silencioso.

“Después de casi un año, cuando se conocía más del virus, comencé a retomar algunos temas personales, a tener acercamiento con mi familia, entonces mi padre perdió la vida a causa del cáncer, algo que fue muy duro emocionalmente para mi y no pude hacer nada por él”, comentó.

En ese momento, la culpa se apoderó de Yusein: “pasó en mi mente que ayudé a muchas personas, que cuidé a desconocidos pero no pude hacer nada por mi padre. Cuando fallece me dieron tres días de duelo y regresé a trabajar”.

Los ocho enfermeros de la guardia se volvieron más que amigos, y enfrentaron mano a mano la pandemia por un periodo de más de dos años hasta que se cerró la clínica covid.

Al paso de los días, el enfermero expone que la pandemia le dejó una dura experiencia: “valorar en cada momento su vida y la de sus seres queridos”.

“Me esfuerzo en mejorar como persona, como profesionista, tratar a los pacientes con humanidad, con atención de calidad, que es el sentido de esta profesión”, expresó.

Es necesario estar al borde de la muerte para valorar la vida, “y a los enfermeros debemos ayudar, dar amor, brindar confianza al paciente; logrando esto, nos volvemos un equipo luchando por la vida”, concluyó.